Gavi Rau, psicóloga y periodista, es nuestra entrevistada de la semana |
Que la teoría armonice con
la práctica es el genuino anhelo de los peruanos de buena fe y saludables
mentalmente, pero la realidad es, desgraciadamente, muy distinta. No existe día
en que las noticias no divulguen feminicidios, asaltos con asesinatos,
violaciones a mujeres, niños y niñas, maltratos de diversa índole, realmente el
panorama se exhibe desolador y en más de una ocasión se acentúan las ganas de
irse del país para no volver, porque el miedo es evidente y muchas veces tan
intenso cuando enfrentábamos el terror de la década de los ochenta.
Pero, no permitamos que el
desánimo gane a la esperanza, y para lograrlo hay que trabajar en la
construcción de una óptima salud mental y el espacio adecuado para tal fin es
el hogar y la familia. Gavi
Rau es periodista y psicóloga clínica infantil con una maestría en
Neuropsicología en la Universidad Cayetano Heredia y más de dos décadas de
experiencia de trabajo con niños, familias y adultos. Rau reflexiona como
profesional, madre y mujer acerca de cómo construir una buena salud mental
desde el hogar.
Como
psicóloga infantil, considero que el niño solo no va a cambiar, si es que tiene
problemas de conducta o de otro tipo, él tiene que ser apoyado por su entorno
familiar, por la escuela, es indispensable trabajar con todo el sistema. Como
profesional de la salud mental trabajo con niños, familias y con adultos mayores todo lo que es el
deterioro cognitivo causado por accidentes o enfermedades diversas.
Este
tema no es nuevo, las mujeres han muerto y han sido violentadas desde hace
siglos, pero ahora es más visible, se denuncia más, ahora las mujeres
reclamamos más. Tenemos que reconocer que la violencia contra la mujer no es
nueva, se está haciendo evidenciando a diario pero también la denuncia
constante está generando un cambio.
Considero
que la salud mental debe ser trabajada como un todo, porque de nada sirve dar
charlas en los colegios de un cambio de mentalidad, según el respeto y la
equidad si luego llegan las niñas a casa y les asignan los roles de siempre: ellas haciendo los quehaceres de la casa y los niños viendo tele (por ejemplo).
Pienso que hay que ir a los mercados, a los espacios abiertos donde se concentran
el grueso de mujeres (y también hombres) porque quienes criamos a los hijos,
somos las mujeres. Ojo, no digo que el hombre no cumpla una función y ejerza roles
que le correspondan, pero quien está con los niños en la familia más
tiempo es la mujer. Asimismo, es interesante tomar en cuenta que no se trata de
que hombre o mujer sean “iguales” y que la pareja se enfrasque en una lucha por
determinar quién impone su criterio o autoridad porque cada uno tiene su rol. Ambos cumplen funciones de proveedores de las
necesidades materiales el hogar y también de satisfacer las necesidades internas
del mismo, es decir: lavar, planchar, cocinar, limpiar la casa, esa no es
función “femenina” es de los adultos que manejan la familia. Entonces, si nosotras
formamos a los hijos, es tiempo de cambiar el chip del machismo, debemos dejar de
pensar lo que pensamos, no solo el hombre debe cambiar, nosotras también
debemos hacerlo, porque las cosas no son blancas ni negras, no puede haber un
pensamiento inflexible.
Sumado
a lo anterior es prioritario comprender que la salud mental es algo que debemos
construir, lo que sucede es que si pensamos negativamente al respecto esto
genera rechazo, no podemos generar un cambio positivo etiquetando a todos,
pensando que todos somos malos, debemos partir de la premisa positiva, antes las
historias de maltratos a la mujer eran “normales” hoy son inaceptables.
Hoy
nadie considera como algo “normal”, “gracioso” o “una travesura” si un hombre
le mete la mano a una mujer o le lanza un piropo, ambas son conductas despreciables
y si la mujer frente a semejante agravio se defiende, encuentra aliados y
solidaridad, ya no indiferencia como sí sucedía hasta hace un lustro, por
ejemplo. Ciertamente, nos falta mucho por avanzar, pero debemos perseverar, no
cesar en la denuncia y continuar trabajando en mejorar nuestra salud mental.
Igualmente,
es medular comprender que el primer paso para el cambio de una persona es
aceptar que tiene un problema y hoy como sociedad estamos aceptando que tenemos
un problema, y hacerlo implica un avance importante.
Es
necesario comprender que la salud mental está ligada a la salud integral de la
persona, una persona con respeto, valores puede generar una sociedad positiva.
Si hay gente dañada tendrás sociedades dañadas.
En
los sistemas de formación de la sociedad, es básico que desde la casa se eduque
con amor y valores a los niños. Ciertamente, las marchas por los derechos de
las mujeres ayudan, pero no cambiarán la forma de pensar y actuar de nuestros
hijos, los cambios estructurales se dan desde la casa, con el ejemplo.
De
nada sirve salir a marchar un día, si el resto de días las mueres se ausentan
del hogar diez o doce horas diarias dejando a los niños con niñeras o con
familiares que jamás van a tener el protagonismo de los padres. En este
contexto debemos entender que si bien es cierto una mujer no se realiza cuando
es madre, si decide serlo debe hacerlo bien y ello obliga a darle es espacio
respectivo. Si bien es cierto el ser madre no tiene porqué impedir la realización
de una mujer, pero hay que realizar a nuestros hijos como madres, esa es nuestra
responsabilidad, lo material jamás sustituirá a lo afectivo, muchas mujeres creen
que porque tienen a sus hijos en colegios caros ya son buenas madres y eso no es
así. No hay que desmerecer ningún rol, porque la capacidad de construir un ser
humano saludable no es menos importante que alcanzar un cargo directivo en una
empresa.
Todos
tenemos la posibilidad de hacernos un espacio para nuestros hijos para
formarlos para saber qué piensan, qué sienten que los hace felices o infelices.
Hay que construirnos como sociedad desde una perspectiva positiva con base en
el respeto, cumplir nuestros roles con eficiencia.
Los
hijos necesitan padre y madre porque el niño necesita un equilibrio, es una
fantasía creer que se puede criar un hijo sola, esta forma de pensar
absolutista, inflexible de que una mujer no necesita de un hombre para criar es
irreal, no es “necesidad” es complementarse como una familia. Nunca una mujer
cría sola a un hijo, siempre tiene a una persona a la que le paga o diversos
miembros de su familia: padres, tíos, y ellos, guste o no, cumplen un rol
formativo en la vida de los niños.
Asimismo,
hay que hacer un esfuerzo por comprenderse mejor, sin sometimiento, sin abuso,
con respeto mutuo. Ahora en la relaciones no se soporta nada, si te casaste no
hay “Jueves de patas”, si te casaste ese jueves lo puedes usar para hacer cosas
en el hogar. Ahora bien, si el hombre cumple en todo como padre y esposo,
entonces sí se puede tomar el jueves de patas.
Para
la Organización Mundial de la Salud[2] la promoción de la salud
mental depende en gran medida de estrategias intersectoriales. Entre otras
formas concretas de fomentar la salud mental se pueden mencionar las siguientes:
ü Las intervenciones en la infancia precoz
(por ejemplo, la creación de un entorno estable que atienda las necesidades de
salud y nutrición del niño, lo proteja de las amenazas y le proporcione
oportunidades de aprendizaje precoz e interacciones que sean sensibles, le den
apoyo emocional y estimulen su desarrollo).
ü
El
apoyo a los niños (por ejemplo, programas de creación de capacidades y
programas de desarrollo infantil y juvenil).
ü
La
emancipación socioeconómica de la mujer (por ejemplo, mejora del acceso a la
educación y concesión de microcréditos).
ü
El
apoyo social a las poblaciones geriátricas (por ejemplo, iniciativas para hacer
amistades y centros comunitarios y de día).
ü
Los
programas dirigidos a grupos vulnerables, y en particular a las minorías, los pueblos
indígenas, los migrantes y las personas afectadas por conflictos y desastres.
ü
Las
actividades de promoción de la salud mental en la escuela (por ejemplo,
programas de apoyo a los cambios ecológicos en la escuela y escuelas amigas de
los niños);
ü
Las
intervenciones de salud mental en el trabajo (por ejemplo, programas de
prevención del estrés).
ü
Los
programas de prevención de la violencia (por ejemplo, la reducción de la
disponibilidad del alcohol y del acceso a las armas).
ü
La
reducción de la pobreza y la protección social para los pobres.
ü
Legislación
y campañas contra la discriminación.
ü Promoción de los derechos, las
oportunidades y la atención de las personas con trastornos mentales.
[1] Cfr.
http://www.who.int/features/factfiles/mental_health/es/
[2] Cfr.:
http://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/mental-health-strengthening-our-response
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