viernes, 13 de julio de 2018

CONSTRUYAMOS FAMILIAS FELICES, NO PERFECTAS, BASADAS EN EL AMOR Y LOS VALORES

Gavi Rau, psicóloga y periodista, es nuestra entrevistada de la semana
«La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades»[1]. Asimismo, en este estado de bienestar, el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.
Que la teoría armonice con la práctica es el genuino anhelo de los peruanos de buena fe y saludables mentalmente, pero la realidad es, desgraciadamente, muy distinta. No existe día en que las noticias no divulguen feminicidios, asaltos con asesinatos, violaciones a mujeres, niños y niñas, maltratos de diversa índole, realmente el panorama se exhibe desolador y en más de una ocasión se acentúan las ganas de irse del país para no volver, porque el miedo es evidente y muchas veces tan intenso cuando enfrentábamos el terror de la década de los ochenta.
Pero, no permitamos que el desánimo gane a la esperanza, y para lograrlo hay que trabajar en la construcción de una óptima salud mental y el espacio adecuado para tal fin es el hogar y la familia. Gavi Rau es periodista y psicóloga clínica infantil con una maestría en Neuropsicología en la Universidad Cayetano Heredia y más de dos décadas de experiencia de trabajo con niños, familias y adultos. Rau reflexiona como profesional, madre y mujer acerca de cómo construir una buena salud mental desde el hogar.
Como psicóloga infantil, considero que el niño solo no va a cambiar, si es que tiene problemas de conducta o de otro tipo, él tiene que ser apoyado por su entorno familiar, por la escuela, es indispensable trabajar con todo el sistema. Como profesional de la salud mental trabajo con niños, familias y  con adultos mayores todo lo que es el deterioro cognitivo causado por accidentes o enfermedades diversas.
Salud mental: cómo trabajar con los niños y las familias para disminuir la violencia
Este tema no es nuevo, las mujeres han muerto y han sido violentadas desde hace siglos, pero ahora es más visible, se denuncia más, ahora las mujeres reclamamos más. Tenemos que reconocer que la violencia contra la mujer no es nueva, se está haciendo evidenciando a diario pero también la denuncia constante está generando un cambio.
Considero que la salud mental debe ser trabajada como un todo, porque de nada sirve dar charlas en los colegios de un cambio de mentalidad, según el respeto y la equidad si luego llegan las niñas a casa y les asignan los roles de siempre: ellas haciendo los quehaceres de la casa y los niños viendo tele (por ejemplo). Pienso que hay que ir a los mercados, a los espacios abiertos donde se concentran el grueso de mujeres (y también hombres) porque quienes criamos a los hijos, somos las mujeres. Ojo, no digo que el hombre no cumpla una función y ejerza roles que le correspondan, pero quien está con los niños en la familia más tiempo es la mujer. Asimismo, es interesante tomar en cuenta que no se trata de que hombre o mujer sean “iguales” y que la pareja se enfrasque en una lucha por determinar quién impone su criterio o autoridad porque cada uno tiene su rol.  Ambos cumplen funciones de proveedores de las necesidades materiales el hogar y también de satisfacer las necesidades internas del mismo, es decir: lavar, planchar, cocinar, limpiar la casa, esa no es función “femenina” es de los adultos que manejan la familia. Entonces, si nosotras formamos a los hijos, es tiempo de cambiar el chip del machismo, debemos dejar de pensar lo que pensamos, no solo el hombre debe cambiar, nosotras también debemos hacerlo, porque las cosas no son blancas ni negras, no puede haber un pensamiento inflexible.
Sumado a lo anterior es prioritario comprender que la salud mental es algo que debemos construir, lo que sucede es que si pensamos negativamente al respecto esto genera rechazo, no podemos generar un cambio positivo etiquetando a todos, pensando que todos somos malos, debemos partir de la premisa positiva, antes las historias de maltratos a la mujer eran “normales” hoy son inaceptables.
Hoy nadie considera como algo “normal”, “gracioso” o “una travesura” si un hombre le mete la mano a una mujer o le lanza un piropo, ambas son conductas despreciables y si la mujer frente a semejante agravio se defiende, encuentra aliados y solidaridad, ya no indiferencia como sí sucedía hasta hace un lustro, por ejemplo. Ciertamente, nos falta mucho por avanzar, pero debemos perseverar, no cesar en la denuncia y continuar trabajando en mejorar nuestra salud mental.
Igualmente, es medular comprender que el primer paso para el cambio de una persona es aceptar que tiene un problema y hoy como sociedad estamos aceptando que tenemos un problema, y hacerlo implica un avance importante.
Autoestima y salud mental
Es necesario comprender que la salud mental está ligada a la salud integral de la persona, una persona con respeto, valores puede generar una sociedad positiva. Si hay gente dañada tendrás sociedades dañadas.
En los sistemas de formación de la sociedad, es básico que desde la casa se eduque con amor y valores a los niños. Ciertamente, las marchas por los derechos de las mujeres ayudan, pero no cambiarán la forma de pensar y actuar de nuestros hijos, los cambios estructurales se dan desde la casa, con el ejemplo.
De nada sirve salir a marchar un día, si el resto de días las mueres se ausentan del hogar diez o doce horas diarias dejando a los niños con niñeras o con familiares que jamás van a tener el protagonismo de los padres. En este contexto debemos entender que si bien es cierto una mujer no se realiza cuando es madre, si decide serlo debe hacerlo bien y ello obliga a darle es espacio respectivo. Si bien es cierto el ser madre no tiene porqué impedir la realización de una mujer, pero hay que realizar a nuestros hijos como madres, esa es nuestra responsabilidad, lo material jamás sustituirá a lo afectivo, muchas mujeres creen que porque tienen a sus hijos en colegios caros ya son buenas madres y eso no es así. No hay que desmerecer ningún rol, porque la capacidad de construir un ser humano saludable no es menos importante que alcanzar un cargo directivo en una empresa.
Todos tenemos la posibilidad de hacernos un espacio para nuestros hijos para formarlos para saber qué piensan, qué sienten que los hace felices o infelices. Hay que construirnos como sociedad desde una perspectiva positiva con base en el respeto, cumplir nuestros roles con eficiencia.
Los hijos necesitan padre y madre porque el niño necesita un equilibrio, es una fantasía creer que se puede criar un hijo sola, esta forma de pensar absolutista, inflexible de que una mujer no necesita de un hombre para criar es irreal, no es “necesidad” es complementarse como una familia. Nunca una mujer cría sola a un hijo, siempre tiene a una persona a la que le paga o diversos miembros de su familia: padres, tíos, y ellos, guste o no, cumplen un rol formativo en la vida de los niños.
Asimismo, hay que hacer un esfuerzo por comprenderse mejor, sin sometimiento, sin abuso, con respeto mutuo. Ahora en la relaciones no se soporta nada, si te casaste no hay “Jueves de patas”, si te casaste ese jueves lo puedes usar para hacer cosas en el hogar. Ahora bien, si el hombre cumple en todo como padre y esposo, entonces sí se puede tomar el jueves de patas.
Claves para alcanzar una buena salud mental en la familia y sociedad
Para la Organización Mundial de la Salud[2] la promoción de la salud mental depende en gran medida de estrategias intersectoriales. Entre otras formas concretas de fomentar la salud mental se pueden mencionar las siguientes:
ü Las intervenciones en la infancia precoz (por ejemplo, la creación de un entorno estable que atienda las necesidades de salud y nutrición del niño, lo proteja de las amenazas y le proporcione oportunidades de aprendizaje precoz e interacciones que sean sensibles, le den apoyo emocional y estimulen su desarrollo).
ü El apoyo a los niños (por ejemplo, programas de creación de capacidades y programas de desarrollo infantil y juvenil).
ü La emancipación socioeconómica de la mujer (por ejemplo, mejora del acceso a la educación y concesión de microcréditos).
ü El apoyo social a las poblaciones geriátricas (por ejemplo, iniciativas para hacer amistades y centros comunitarios y de día).
ü Los programas dirigidos a grupos vulnerables, y en particular a las minorías, los pueblos indígenas, los migrantes y las personas afectadas por conflictos y desastres.
ü Las actividades de promoción de la salud mental en la escuela (por ejemplo, programas de apoyo a los cambios ecológicos en la escuela y escuelas amigas de los niños);
ü Las intervenciones de salud mental en el trabajo (por ejemplo, programas de prevención del estrés).
ü Los programas de prevención de la violencia (por ejemplo, la reducción de la disponibilidad del alcohol y del acceso a las armas).
ü La reducción de la pobreza y la protección social para los pobres.
ü Legislación y campañas contra la discriminación.
ü Promoción de los derechos, las oportunidades y la atención de las personas con trastornos mentales.




[1] Cfr. http://www.who.int/features/factfiles/mental_health/es/
[2] Cfr.: http://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/mental-health-strengthening-our-response


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