¿Cómo
sanar una corazón roto?, ¿cómo restaurar la esperanza, la confianza y recomponer
la autoestima de una persona que ha sido violentada en lo más profundo de su
ser por quienes creía que eran sus guías espirituales y en quienes confió
ciegamente?, ¿cómo solidarizarnos con las víctimas, sin hipérboles ni
dramatismo, demostrándoles empatía, solicitando que nos perdonen porque como
sociedad dejamos mucho que desear al ignorar delitos como los aquí explicados
que cometieron miembros de la Iglesia Católica contra niños y jóvenes
inocentes? Estas y otras preguntas atiborraban mi mente, luego de realizar esta
entrevista testimonial, y mientras caminaba buscando un lugar donde sentarme y
respirar, al tiempo que secaba mis lágrimas con las mangas de mi chompa, porque
para variar, había olvidado mis clínex. Pero, la única y contundente respuesta
que hallé fue, es y será: JUSTICIA.
Pedro
Salinas, periodista, exsodálite y autor del libro Mitad monjes, mitad soldados, accedió amablemente a esta entrevista
para traer al presente un muy amargo episodio de su vida. Lo he visto y oído
muchas veces por televisión y radio, pero nada se compara con escucharlo en
vivo y en directo. Su estremecedor testimonio, junto con los consignados en su
libro, me confirman que Dios jamás estuvo presente en los execrables y
protervos delitos cometidos por Luis Fernando Figari, fundador del Sodalicium
de Vida Cristiana.
He
aquí su historia
Buscar hacer algo
bueno, cambiar el mundo… y hallar el infierno
Adolescente
rebelde que coqueteaba con la marihuana, desafiante con la autoridad, líder
natural con ascendencia sobre sus compañeros de clase que padecía el dolor de
ver la separación de sus padres, es decir Pedro Salinas tuvo el perfil perfecto
para ser reclutado según los abyectos fines del Sodalicium.
PS: A ver, el sistema de captación me parece
perverso porque es gente que entra a colegios con el pretexto de preparar
chicos para la primera comunión o la confirmación y entonces se los llevan
durante tres días a Chaclacayo, a una playa o sabe Dios dónde y ahí empieza el
sistema de persuasión. Generalmente, esta gente le pone el ojo a uno, dos o
tres chicos de diez, veinte o treinta que llevan a estos retiros para jalarlos a esta organización de características sectarias.
Al principio el
rostro del Sodalicium es afable, amable, patero, buena onda, graciosos, se las
dan de pendejos, campechanos, entradores, pero observan las necesidades
de cada chico, por ejemplo de aceptación, de pertenencia, de reconocimiento, adolescentes
soñadores que quieren cambiar el mundo. En mi caso, yo estaba a punto de que me
botaran del colegio, cuando los conozco mis padres se acababan de separar y eso generó
en mí un vacío afectivo que esta gente detectó. Asimismo, en mi caso, lo que yo
tenía como ventaja para ellos es que poseía ascendencia sobre mis compañeros de
clase, era un líder natural y de hecho con el tiempo me convertí en un
reclutador de chicos.
Es esencial, para
tratar de entender al Sodalicium, comprender el concepto de que es una secta
cuya estrategia de captación es enseñarte la cara más simpática que puedan
tener y con eso se muestran como una familia alternativa a la que tienes y
cuando ya estás integrándote, empiezan a darse grados de exigencia, a pedir más:
tienes que venir a misa todos los domingos, tienes que rezar el rosario todos los
sábados, hay un horario durante el cual debes llevar tu vida diaria, primero
empiezan a controlar tus actos para luego controlar tu mente.
También se establece una
reunión semanal con un consejero espiritual a quien debes contarle todo, quien
en los hechos se convierte en una suerte de hermano, de papá, de mentor, de
tutor, de superior que en los estándares sodálites es “la voz de Dios”, es el
que interpreta la voluntad divina y el plan que Dios tiene para ti. Esto
reforzado con una serie de máximas estrechamente vinculadas a la obediencia: “El
que obedece nunca se equivoca”, “La obediencia es la columna vertebral de la
espiritualidad sodálite”, todo vinculado a la obediencia, al sometimiento
absoluto.
Prohibido amar
Tienes
quince, dieciséis años, a esa edad ¿quién no se enamora?
PS: Cuando tienes enamorada al principio no te
dicen nada, pero cuando ya estás más o menos integrado a la organización se te
plantea el hecho de que tu enamorada es un “obstáculo” para cumplir el plan de
Dios, porque si ellos determinan que tienes vocación para el Sodalicium entonces
estás llamado a vivir en comunidad, a permanecer célibe, de acuerdo a los
compromisos y creencias de esta secta.
Pero, dónde es que te
“rompen el espinazo” (entiéndase anular la voluntad) es en la casa de San Bartolo que ya no
existe, ahí funcionaban las “comunidades de formación” donde se determinaba o
se aceleraba el proceso de formateo mental, de sumisión absoluta y de lavado de
cerebro, este punto hay que entenderlo así de claro.
Luis Fernando Figari,
el fundador del Sodalicium, es el equivalente en maldad a Charles Manson,
Abimael Guzmán y Marcial Maciel en España, todos son exactamente lo mismo. Durante
más de un lustro me fanaticé con el Sodalicium, desde los dieciséis años hasta
los veintidós y el mayor daño que me
hicieron fue interceptar e impedir que las cartas que mi padre me escribía y
las que yo redactaba para él, llegaran a nuestras respectivas manos. Ellos
lograron que yo odiara a mi padre durante años por nada, sin motivo ni razón.
Mi padre ya falleció, ciertamente restablecimos nuestras relaciones, cerramos
el círculo y él pudo morir en paz. Sin embargo, siento que perdí valiosos años de
relación con mi padre por culpa de estos malditos, pero dentro de todo hubo un
periodo de sanación.
Mantener vigente el
tema, una forma de prevenir
En el libro Mitad
monjes, mitad soldados hay seis testimonios de abusos sexuales y el resto
denotan maltrato físico, psicológico o ambos. Luis Fernando Figari es un perverso
sexual. Aunque no vi abuso sexual, lo que sí me ocurrió y está consignado en mi
testimonio en el libro, es que mi director espiritual, Virgilio Levaggi, me
llevó a una situación de hacer yoga en calzoncillos y con un puntero metálico
me comenzó a palpar diciéndome que “estaba con mucha tensión en los hombros y
que el yoga era importante para efectos de tener una mejor oración y comunicación
con Dios”, hasta que me toca la ingle y yo reacciono, pero para que vean lo
profesionales que son estos tipos, me dijo “vístete” como si nada y me sacó
unos papeles con unas posiciones de yoga y un libro Yoga cristiano en diez
lecciones, o sea, “acá no pasó nada”, pero yo me dije internamente “mierda, he
pensado mal de mi director espiritual que está buscando lo mejor para mí”, o
sea me sentí culpable cuando en realidad fui yo el agredido.
Pero, después con la
investigación para el libro, he comprobado que a muchos los han testeado de esa
forma, hubo quienes no cayeron pero los que cedieron terminaron siendo víctimas,
y como Jeffrey Daniels, se volvieron
replicantes. Aquí la hipótesis es que Luis Fernando Figari, que es el
eje del mal, ha abusado de Germán Doig quien luego se volvió victimario y
probablemente abusó de Daniels y así se formó la cadena de abusos.
Me pregunto ¿cuántos
más hay?, porque Virgilio Levaggi también tiene víctimas y no se ha investigado
a la cúpula fundacional del Sodalicium, la investigación la han cerrado con
Figari pero es absurdo pensar que él actuó solo, que nadie se dio cuenta y no
tuvo apoyo de la cúpula. Por cierto, actualmente Jaime Baertl es el sodálite
más importante luego de Figari y está libre y sin sanción alguna viviendo en
Colombia.
Asimismo, a mí me ha
sorprendido que cuando hemos entrado en el juicio han aparecido documentos que
yo he escrito en los años ochenta y ellos los tenían, por ejemplo, estaba mi
carta escrita de puño y letra en la que yo solicito mi ingreso al Sodalicium por
voluntad propia, pero esos textos me los dictó mi director espiritual. Además,
durante la investigación se ha descubierto que antes de que Luis Fernando Figari
funde el Sodalicium ya había tenido problemas de abuso sexual en San Bartolo, de
ahí mi hipótesis es que se crea el Sodalicium como una fachada para que él y
sus cómplices sigan perpetrando crímenes sexuales y de esclavitud, tal es el
caso de José Rey de Castro que acaba de aparecer con su Facebook “Mi vida en el Sodalicium” él fue esclavo de
Figari, eso lo hemos descubierto luego de publicar el libro Mitad monjes, mitad
soldados, salen dos casos de esclavitud moderna, que es un crimen.
Quise entrevistarlo
pero no quiso hablar. De hecho mucha gente se negó a hablar y en el libro hay
solo un testimonio a favor del Sodalicium y una vez publicado, me llamó el
autor del testimonio para decirme que había mentido y me contó su historia
real. Por otro lado, hay gente, y esa es una de las satisfacciones que
tenemos Paola y yo, que luego de leer el libro se han reconocido como víctimas.
Abriendo los ojos
Me salí del
Sodalicium a los veintidós años, lo que sucedió es que yo tuve la “suerte” de
que cuando entré recién se abrían las primeras “casas de formación” no sé si
eso fue bueno o malo porque todos los experimentos los hicieron con esos veinte
primeros sodálites que entramos ahí, pero en ese instante aún no estaba
institucionalizado el régimen de formación de San Bartolo. Con el tiempo se
determinó que iban a ser dos años de los cuales yo solo estuve uno, y luego me
enviaron a Arequipa a una comunidad recién fundada
¿Pero no sentía ese
deseo de salir y conocer el mundo?
Es que estaba
fanatizado, o sea si te pones a pensar en categorías occidentales no vas a
entender jamás al Soldalicium. Tienes que pensar en Isis, Hamas, talibán, estos
grupos que están entrenados para matar y para dejarse matar, es decir que si me
decían “ponte un chaleco con explosivos, párate en una sinagoga y aprieta el
botón rojo, lo apretaba”.
Y a la pregunta ¿cómo
salgo de eso?, bueno en mi caso cuando estuve en Arequipa los superiores de
esta comunidad no habían pasado por San Bartolo, aún no habían conocido el
sistema que Figari quería instaurar en toda la organización, aunque él no vivía
en una comunidad sino en su casa en San Isidro. En la comunidad de Arequipa los
jefes fueron Raúl Massert y Emilio Garró.
Fui a Arequipa con la
misión de meter gente al Sodalicio, recluté mucha y una de las organizaciones
que fundé fue el Centro de Estudiantes Católicos con gente de La Universidad
San Agustín y la Santa María. Yo estudiaba psicología en San Agustín, en contra
de los deseos de Figari, quien no quería que nadie estudiara y por ello tuve
varias discusiones con él para que me permita estudiar. Cuando viví en San
Bartolo él iba un día sí otro no para supervisar directamente la formación de
sus “guerreros de Dios”.
Enamorarse: el estímulo
que propició su salida
Durante mi
permanencia en Arequipa me enamoré de una chica lo cual me generó una crisis
existencial que me empujó a salir del Sodalicium, a pesar de la presión interna
que fue muy fuerte, y además mi última “conversación” con Figari duró cuarenta
y cinco minutos sin interrupciones porque no me dejó hablar, pese a que traté
de interrumpirlo hasta en tres oportunidades y ahí me mandó todas las
maldiciones del planeta.
El 20 de enero de
1987 salgo del Sodalicium y me voy a la casa de mi abuela, yo tenía veintidós
años, y para suerte mía era el cumpleaños de un primo político mayor cuyos
hijos eran de mi edad y me metí una borrachera inolvidable jajajaja para
celebrar y buscar sacármelos de la
cabeza, bloquearlos.
Al respecto,
restablecerme de esta experiencia me ha tomado varios años de invertir en
terapias psicológicas, buscar el apoyo de psiquiatras porque primero tuve que
entender lo que me había sucedido, eso es difícil porque uno se siente como un “marciano”
que aterriza en el planeta Tierra, después de haber roto con tu enamorada con
tus amigos, con tu familia, de vivir aislado, sientes que estás solo en el
mundo.
Además, pese a mi
juventud me sentía un anciano porque todos mis amigos habían seguido una
carrera, algunos se habían metido a la Marina, habían hecho empresas y yo de
pronto había salido de la nada, luego de estudiar filosofía que no te sirve ni
para un carajo, después me trasladé a psicología que no la terminé y sin saber
qué hacer comencé a buscar a ver qué aparecía y de casualidad caí en el
periodismo, me fue gustando el tema político, y en el año 2002 en una especie
de exorcismo personal publico la novela (que ya esbozaba desde fines de los
noventa) Mateo Diez, con Jaime
Campodónico.
En realidad yo no
tenía la intención de que este material se convirtiera en una novela de
denuncia, para nada. Los del Sodalicium lo tomaron como un ataque y pasé de ser
el traidor o innombrable (así califican a los que se van) a convertirme en su enemigo.
Las víctimas merecen
reparación, no postergación
Yo estuve pocos años,
pero hay personas que han entregado diez, veinte años de sus vidas, que no han
estudiado nada ni han hecho carrera y que solo han servido al Sodalicium. Hoy
que se han salido de esa secta, no hallan ni reparación, ni veo que esta
organización asuma su responsabilidad con ellos, pues no se trata solo de dar
dinero, porque hay gente que está realmente dañada, que no pueden valerse por
ellos mismos ante la vida, que no tienen trabajo ni formación, que carecen de
sustento y están abandonados a su suerte. Yo soy resiliente, estuve solo seis
años adentro, en comparación a otros que entregaron sus años de mayor vigor y
productividad.
La batalla judicial
es dura, pero no vale claudicar
Hay un grupo de cinco
exsodálites que, ante la iniciativa del estudio Ugaz, al ver que la acción de
la fiscalía por el tema de los abusos sexuales se iba a caer porque los casos
que nosotros conocíamos habían prescrito, entonces nos propone a quienes no habíamos sido víctimas sexuales, pero que
sí habíamos pasado por el lavado de cerebro y el formateo mental, acusáramos a
la organización por asociación ilícita, secuestro mental, en este caso, y
lesiones psicológicas.
Aunque el delito de
secuestro mental aún no está tipificado en las leyes peruanas, entonces lo que
se busca es argumentar que en nuestro caso específico, sí lo hubo. Analicemos:
a un chiquillo que lo captan a los doce, trece, catorce, quince, dieciséis
años, lo someten a un trabajo de programación (anulación mental), con falta de
sueño, de comida, dándole órdenes absurdas y con una presión psicológica
constante, aplicándote técnicas de manipulación, es decir te robotizan, te
automatizan, te convierten en un ente sin pensamiento porque tú asumes un
pensamiento único, renuncias a tu espíritu crítico porque de lo contrario es
muerte para la comunidad, y esta es una máxima que está en el reglamento de la
comunidad sodálite que te aprendías de memoria. Tú tenías que pensar lo que pensaba
Figari.
Recuperarse, seguir,
avanzar
Entré al Sodalicium con
el sueño de cambiar el mundo porque esos fueron los ideales que nos vendieron
como esencia, con un entusiasmo contagioso y más aún en la etapa de la
adolescencia durante la cual tú crees que puedes tocar el cielo con las manos,
pero la realidad no fue así. Todo lo vivido me llevó a publicar primero Mateo
Diez, después Al diablo con Dios y en el año 2015 publicamos Mitad monjes mitad
soldados. Luego, en 2016 apareció la segunda edición con cien páginas más que
incluyen nuevos testimonios y con más filones de investigación, como el tema
del manejo del dinero. Considero que el trabajo realizado con Paola Ugaz de desmantelar
toda esta organización, y que nos tomó casi cinco años, es un aporte importante
y continuamos con la investigación hasta ahora. Asimismo, yo ya he sacado dos
nuevos libros: El caso Sodalicio I y El caso Sodalicio volumen 2 que abarca juicios,
opiniones de especialistas haciendo un seguimiento del caso.
¡Alerta!, Pedro
Salinas es contundente
Que los padres sean
más conscientes de que no pueden entregar a sus hijos a cualquiera así no más
que aparezca con cara de buena gente, porque la gente de fe, los católicos
piensan que los sacerdotes son personas revestidas de cierta autoridad moral,
cierto halo de santidad y se dejan llevar por un ropaje que no corresponde con
lo que ellos creen.
¿Es
Dios un ente ajeno al ser humano, a quien observa desde lejos y mantiene amenazado
con castigos atroces si se porta mal?, ¿es Dios un patrón áspero que le lanza
mendrugos de felicidad a sus sirvientes, los humanos, si se conducen como él
quiere?, ¿la alegría pertenece al ego y el sufrimiento a la espiritualidad?,
¿Dios avala, estimula y propicia organizaciones como el Sodalicium? No, no y no,
la maldad y la infamia no son obra de Dios, ni tampoco él confiere poderes
extraordinarios a algunos individuos para que, apoyados en esa falacia,
secuestren mentes y dobleguen almas de niños y jóvenes que en ellos creen y que
buscan, la mayoría de las veces, el amor y la protección de los que carecen.
Ciertamente,
Pedro Salinas, Enrique Escardó, Martin Scheuj entre otros, son las víctimas más
mediáticas del Sodalicium, quienes con valentía y fortaleza comparten su acerba
vivencia. Sin embargo, son cientos, quizá mientras escribo estas líneas un niño
o adolescente está siendo violentado por miembros de esta secta, pero esto
puede revertirse si cambiamos el silencio por la denuncia, el miedo por la
confianza y la duda por la certeza de que aunque lenta, la justicia en el Perú
tiene que concretarse en sanciones ejemplares para todos los culpables. Como sociedad
tenemos que sanar y, qué duda cabe, la justicia es la principal medicina que
debe administrarse para que las víctimas alcancen la paz con la certeza de que
su clamor fue atendido y el daño reparado sin concesiones. La respuesta pues,
sigue siendo la única posible: JUSTICIA.
Enlaces que abordan en extenso el tema: