Cuando
mueren nuestros padres nos convertimos en huérfanos, cuando fallecen nuestros
esposos somos viudos. Pero, cuando muere un hijo ¿qué somos, en qué nos
convertimos?, la RAE aún no acuña un término que defina semejante dolor y las
palabras que existen no alcanzan para expresar ni mucho menos consolar el
padecer de un padre frente a la muerte de su hijo.
Sereno,
pausado al hablar, amable. Walter Oyarce Delgado abre, una vez más, el libro de
su vida en el que se escribió la muerte de su hijo a manos de delincuentes,
jamás hinchas, aquel fatídico 24 de septiembre de 2011, en el Estadio
Monumental. Afirma vivir sin odios y en paz, pero a través de su mirada asoma
una tristeza que sus ojos no esconden, y que es absolutamente comprensible.
Oyarce dialoga acerca de la violencia en nuestro país, de la muerte de su hijo,
de su indesmayable búsqueda de justicia, de cuánto lo cambió esta tragedia y de
cómo decidió ir por el camino de la vida con un propósito positivo y ser feliz
más allá del dolor. He aquí su historia.
La muerte de mi hijo fue la
muestra de la descomposición moral de la sociedad. A lo largo de estos seis
años desde que aconteció el asesinato de Walter, para mí en ese momento se
rompe la “burbuja” en la que uno usualmente vive, dentro de la cual solo
importan tu vida, tus planes y tu mundo. A partir de ese momento cambié y comencé
a relacionarme con las personas en forma más empática y a mirar de manera más
sistémica lo que está sucediendo en nuestra sociedad.
Recuerdo que un mes antes de
la muerte de Walter hice un taller sobre comunicación y temas de liderazgo y se
lo comenté a él y le ofrecí hacer uno con sus amigos, porque él tenía amigos
con muchos recursos económicos y otros con pocos y la idea era que los que
tienen no se duerman en sus laureles y los que no tienen no frenen sus sueños y
deseos de superación. Mi hijo me miro no tan convencido de que ese fuera mi
camino profesional, no me lo dijo abiertamente, pero su lenguaje corporal sí lo
hizo.
Pero, cuando él muere, ante
su cadáver entendí que la muerte es irreversible, pero que la puedes vencer
con el recuerdo, porque esta se lleva el cuerpo pero jamás el recuerdo de
quienes amamos. Entonces, decidí darle un sentido a todo lo sucedido y
empecé a vincularme con los grupos de riesgo (las barras) para decirles que
cuando vivimos en violencia todos perdemos. Pero, en realidad pensaba que ahí
había personas irrecuperables, mas luego he constatado que no, y tengo muy
inspiradoras experiencias al respecto.
Empecé a participar en las
reuniones a las que me invitaban y aunque no estaba preparado del todo, hablé
sobre mi sentir desde el corazón y me fue bien. En paralelo, con mi socio
continuábamos dictando talleres y también empecé a dictar clases en Esan cursos
de habilidades blandas: liderazgo, negociaciones, gestión del tiempo, etcétera.
Al respecto, me preparaba con rigor para responder a las consultas de los
alumnos, y ciertamente me ayudó mucho mi experiencia profesional en La Marina,
pero estar en el mundo académico me indujo a prepararme cada vez más y conocer
profesionales que me dieron orientaciones extraordinarias para mi vida y mi quehacer
como docente.
Pero
¿por qué algunas personas tienen un comportamiento tan malvado?, ensayando
respuestas
Los enfoques para explicar
la conducta humana son diversos pero hay tres fundamentales:
El Psicoanálisis: nuestro comportamiento es el resultado
de nuestras vivencias, además explica que el ochenta por ciento de acciones son
inconscientes. Por ejemplo, cito el caso de César Acuña quien no se daba cuenta
de cuánto estaba dañando, con su comportamiento, la imagen de una universidad
donde miles de alumnos estudian y han obtenido sus títulos, no era consciente
de lo que hacía.
Esa “inconsciencia” (no
locura) hace que mucha gente cometa actos repudiables: violaciones de mujeres y
niños, asesinatos, feminicidios y que no sienta remordimientos porque lo
considera normal, lo cual vemos a diario en la sociedad.
Pero,
centrándonos en el caso del asesino de Walter: si venía de un hogar
“excelente”, como sus padres lo difundían en los medios, ¿qué lo llevó a
cometer un acto tan horrendo?
Soy honesto: no puedo hablar
de la familia de David Sánchez Manrique porque no la conozco, pero de lo que he
visto de su comportamiento, me hace dudar de que sea una familia con valores,
porque pagar a profesionales para que elaboren un pronunciamiento destinado a
lograr la impunidad de su hijo es inaceptable, al punto que no se tomaron en
cuenta sus documentos durante el juicio. Dudo que sea una familia ejemplar.
Nada
justifica atacar a una persona indefensa ocasionándole la muerte, nada.
El segundo enfoque: tú puedes corregir la conducta de los
demás con estímulos, premios, también con reflexión y castigando. En el
conductismo que es la corrección de la sociedad, se motiva y se estimula, pero acá
la cultura es de desaliento, y los castigos no son ejemplares porque son solo
para los pobres y muchos ricos quedan impunes. Considero que lo que ha pensado
la familia de David es que el castigo nunca les iba llegar, pero lo bueno es
que supe defenderme y tuve el apoyo del estudio Ugaz y de Juan Pablo Baraybar
que llevaron mi caso y no me cobraron ni un Sol.
El tercer enfoque es que las
personas somos como pensamos y
en el Perú estamos pensando de manera muy destructiva: “roba pero hace obra”, por
ejemplo. Como piensas es como actúas, en el país hay gente que piensa y actúa
bien y otra que no, definitivamente.
Regresando al caso de mi
hijo, me he preguntado, en retrospectiva, porqué atacan al grupo de Walter y es
porque querían capturar la banderola del palco vecino como un “trofeo de
guerra” y ahí habían mujeres y niños. Luego del entierro de mi hijo, se
acercaron a mí dos jovencitas para contarme que conocieron a Walter en el
estadio porque las había defendido de la turba sin pensar que él terminaría en
el vacío.
Vivimos en una sociedad
convulsionada, su muerte no fue una casualidad, es producto de la sociedad que
vive en violencia, definida como la
energía negativa del amor frustrado. Es decir, el amor que los jóvenes
no tienen en sus casas salen a buscarlo en “familias alternas” como las
pandillas, las barras bravas, y en el caso de los adultos terminan en la
infidelidad y en formar hogares paralelos, porque actualmente vemos muchas
familias fraccionadas.
Luego de la muerte de mi
hijo en 2011 y a lo largo de estos años me reunido con más de cuarenta mil
personas a lo largo de todo el Perú, sin pedirle nada a nadie, y mi conclusión
es que en las barras bravas hay muchas vidas que se pueden rescatar y durante
las charlas me doy cuenta de que sí me atienden y hay casos, en el Callao por
ejemplo, hay chicos que han cambiado su vida, estoy convencido de eso. En
concreto tengo el caso de un condenado por asesinato que hoy es un hombre que
se ha recompuesto.
Regresando a lo sucedido con
Walter, ¿él muere por la violencia en el fútbol?, no, realmente muere por la
violencia que se vive en la sociedad que en el fútbol se hace más notoria y en
el caso de las agresiones a mujeres también. Y mi conclusión es que si solucionamos la
violencia en el fútbol solucionamos la violencia en el país en gran medida.
Un recuerdo de una juventud risueña |
La solución es, en primer
lugar, el imperio de la ley, acabar con la impunidad, hay que darles trabajo a
las barras, objetivos y empoderar a sus líderes porque ellos son los que hacen
el trabajo de pacificación y de cambio de su gente.
En segundo lugar, hay que
hacer un trabajo social con las barras hay que transformar esa energía negativa
en positiva con amor, respeto y reconocimiento, porque basta que el líder diga
“vamos a esta charla” y van todos. Nosotros nos hemos reunido con la barra del
Alianza en Ayacucho, Trujillo, Lima Norte y Lima Sur, próximamente haremos un
taller en Arequipa. Hay profesionales dentro de la barras, hay personas de
cuarenta años con algún negocio, pero básicamente es un tema de carencias
afectivas lo que los une. Otro elemento importante es tener autoridades que comprendan
esta situación.
Cabe agregar que estoy
sorprendido porque les he ofrecido mi experiencia y conocimientos a diversas
autoridades y nadie me ha llamado para aplicarla, y mi conclusión es que nadie
quiere solucionarlo. El problema de la violencia no se arregla porque es
conveniente mantenernos divididos, analicemos: los cuatro últimos presidentes
han sido elegidos por el odio, por el “anti”, Fujimori lo fue, Ollanta igual.
Tengo claro que quienes queremos y hacemos el bien no podemos bajar los brazos
y debemos persistir en cambiar para mejorar.
Enfrentar,
asimilar y manejar el dolor
Siempre fui consciente de
que en esta lucha, ser violento me alejaba de mis objetivos de obtener justicia.
También comprendí que la muerte de mi hijo debe servir para algo, por ello
trasmito el mensaje de que lo que ha sucedido con él no puede volver a ocurrir.
También reconozco que me ha ayudado mucho el hecho de tener formación para enfrentar
situaciones complicadas desde los catorce años porque estudié en un colegio
militar. También suma mi vida en la Marina, mi familia, mis padres, mis cuatro
hermanas son excelentes mujeres, Lorena mi pareja, tuve y tengo mucho amor,
apoyo y respaldo de mi familia.
Además, como si me fueran
preparando para la muerte de Walter, mi madre falleció dos años antes que él y
mi padre catorce días antes del asesinato de mi hijo. Quizá atravesar esas
amargas experiencias previas me ayudó a mantener la serenidad durante el juicio,
así como enfrentar la exposición mediática que fue constante durante un buen
periodo de tiempo.
¿Existe
el perdón?
No les guardo rencor, tampoco
es que viva pensando en ellos pero por información que manejo, sé que ellos no
han cambiado. Analizando, David fracasó en su círculo social, pero como tenía
dinero era líder en la barra. No me molesta hablar de ellos, no los odio porque
tengo claro que es un veneno que mata al que lo siente, no al otro.
Ser
feliz hoy
Es importante tener claro
que la vida nos golpea a todos. Sin embargo, reconozco que perder un hijo es
una experiencia muy dolorosa, mas soy consciente que lo que me pasó a mí le ha
sucedido a mucha gente. Lo importante es que las desgracias no te destruyan, en
mi caso me he fijado propósitos, he decidido no odiar, elijo pensamientos y
acciones constructivas ¿soy feliz?, sí lo soy porque mi hijo está
permanentemente conmigo, extraño ciertamente su presencia física, pero la
muerte jamás me arrebatará su recuerdo y su amor.
¿Se
considera resiliente?
En realidad procuro no
colocarme etiquetas, pero si se trata de convertirse en una mejor persona luego
de lo sucedido pues sí, no soy el mismo hombre que fui antes de la muerte de mi
hijo, esa experiencia me cambió y ahora he desarrollado tal empatía con los
grupos de jóvenes con quienes trabajo, que
me han puesto el sobrenombre de “El
tío chévere” eso quiere decir que hay conexión entre ellos y yo, que me aceptan
y principalmente, me escuchan. He entendido que para comunicarme con ellos no
sirven los discursos sino los testimonios y también les cuento los errores que
he cometido, llevo personas que han tenido vidas terribles y se ha compuesto.
Por otro lado, comento que Renzo
Reggiardo me ha invitado para que vaya en su lista como regidor y he aceptado
pero para trabajar por las barras, pero no voy a pedir a nadie que vote por mí
jajajajaja. Considero que la solución del problema de la violencia no la va a
resolver la política sino un movimiento ciudadano, nosotros los ciudadanos
unidos vamos a derrotar la violencia.
Sanando
merced al amor
El juicio, que ha durado más
de cinco años, me ha mantenido muy ocupado y alerta trabajando en alcanzar la
justicia, y neutralizando todas las mentiras de la otra parte. Asimismo, en mi
vida familiar y personal siempre estoy muy acompañado, el amor que recibo es
muy intenso: de parte de mis hermanas, sobrinas, de Lorena mi pareja, mis
amigos son un apoyo importante, el hecho de trabajar con los jóvenes también
generó un propósito de vida que me indica que el camino elegido es el adecuado
y de la sociedad he recibido mucho afecto y apoyo de la gente en la calle, es
un alimento espiritual invaluable.
También soy fuerte porque me
precio de haber nacido y crecido en el seno de una familia modesta pero muy
unida, mis padres estuvieron casados más de sesenta años y se esforzaron por
darnos los mejor a mis hermanas y a mí.
Sus
motivaciones actuales
En tiempos recientes mis
motivaciones se orientan a que quiero demostrar que el cambio de las barras es
posible y que como a los políticos no les interesa hacerlo, lo haré con ellos,
con un movimiento ciudadano. También quiero trabajar con los profesionales para
que entiendan que como país tenemos muchas oportunidades y que hay que dejar de
estar desunidos. En el ámbito privado, quiero darle lo mejor de mí a Lorena, mi
pareja, que me apoya muchísimo. Asimismo, quiero consolidarme como docente
porque es una actividad que me fascina, es mi pasión.
Solo
la plena toma de conciencia de que la violencia jamás construirá nada bueno, y
que no hay camino hacia la paz porque la paz es el camino, propiciará
sociedades respetuosas y con una óptima salud mental. La construcción de un ser
humano saludable empieza desde el hogar “Eduquemos
al niño para no encarcelar al adulto”, enuncia sabiamente un refrán y las
acciones cotidianas lo validan. ¿La gente puede cambiar?, más que ensayar un
respuesta que apunte a lo general, es una elección personal. Finalmente, siempre es valioso y oportuno evocar a la inolvidable Anna
Frank, quien más allá de su situación por demás adversa, escribió en una de las
tantas líneas de su diario: “A pesar de
todo, yo creo que la gente es buena”.