Hablar de Dios sin
fanatismos, hablar de Dios con amor, sin encasillarnos en determinadas
organizaciones religiosas, hablar de Dios desde la plena conciencia de que él y
su reino viven en cada uno de nosotros, y todos tenemos la capacidad de ser felices y tener
todo aquello que deseemos si realmente nos convencemos de ellos y lo sentimos
como un asunto logrado.
Experimenté la “crisis de
los cuarenta”, atravesé por experiencias profesionales y personales dolorosas y
ello me indujo a buscar a Dios, pero no afuera, sino adentro de mí, fue un
proceso largo y por momentos dudé porque siempre se me enseñó que Dios es un
ser lejano que vive en templos y se muestra en imágenes, pero la Espiritualidad
(que para nada colisiona con la religiosidad) me enseño que el Reino de Dios
está dentro de mí y que solo la pelnaconvicción de que es así me dará la paz y
propiciará que concrete mis sueños y proyectos.
En ese camino he sido y
continúo siendo acompañada por las enseñanzas de Neville Goddard, uno de los
principales divulgadores y estudiosos de las corrientes filosóficas del Nuevo
Pensamiento más carismáticos e influyentes del siglo XX. Mediante sus sencillas
pero elegantes conferencias de no más de una hora de duración, Neville fue
capaz de transmitir a sus seguidores una nueva visión sobre las relaciones
entre el hombre y Dios.
https://www.youtube.com/watch?v=MgCMGRAX5Qc
Escribió más de diez libros
y pronunció miles de conferencias desde el año 1930 hasta el año de su muerte
en 1972.
Goddard nació el 19 de
febrero de 1905 en St. Michael, Barbados (Antillas Británicas), hijo del
comerciante Joseph Nathaniel Goddard y su esposa Wilhelmina Nee Hinkinson.
Neville era el cuarto hijo en una acomodada familia de nueve niños y una niña.
De niño, jugando con dos de
sus hermanos mayores en la playa se encontraron con una anciana que vivía sola
sobre las dunas de arena. Ella era conocida por sus dotes de adivinación, así
que se acercaron a ella para que les pronosticara el futuro. A los hermanos
mayores les auguró que se convertirían en influyentes profesionales: uno sería
médico, otro sería un gran empresario… pero cuando le tocó el turno a Neville,
cambió su tono de voz y le dijo que en el futuro viajaría a una tierra lejana
en la que se quedaría a vivir para siempre pues allí tenía que completar una
misión especial ordenada por Dios.
En 1922, a los diecisiete
años, Neville Goddard viajó a los Estados Unidos a bordo del SS Vasari con la
intención de estudiar teatro y ser actor en Nueva York. Sus comienzos fueron
duros, trabajando en diversos comercios y grandes almacenes de la ciudad
ganando no más de quince dólares semanales, hasta que al fin, tuvo la
oportunidad de trabajar en el teatro como bailarín, formando pareja profesional
y sentimental con una bailarina de origen inglés, con la cual se casó y tuvo un
hijo.
En 1925, el matrimonio viajó
a Inglaterra y recorrieron el país durante todo un año, gracias a su profesión.
Allí, Neville conoció algunos fundamentos de la investigación psíquica. Tras
regresar en 1925 a los Estados Unidos, su interés por el misticismo aumentó a
medida que disminuía su pasión por el mundo del teatro. Así pues, cuando la
Gran Depresión de 1929 arruinó el país y la gran mayoría de teatros cerraron,
la carrera profesional de Neville como bailarín se acabó para siempre, y con
ella también finalizó su primer matrimonio.
En esos tiempos se hizo
íntimo amigo de un aspirante a sacerdote católico, quien influyó de manera
notable en su vida. Mientras este amigo estudiaba para sacerdote, su padre, quien fue un rico hombre de negocios, falleció
repentinamente, dejándole en cuantiosa herencia. El amigo de Neville, abandonó sus estudios religiosos y su vocación sacerdotal para
dedicarse a gastar su dinero en todo tipo de placeres y caprichos. Neville
perdió la admiración y el respeto que sentía por este amigo, debido a esos
excesos inapropiados para aquellos tiempos de crisis ya que el país y muchos de
sus ciudadanos estaban pasando grandes necesidades.
Así que cuando este amigo le
pidió en reiteradas ocasiones que lo acompañara a unas clases místicas a las
que estaba asistiendo, Neville siempre encontraba excusas para negarse a
hacerlo. Pero un día Neville no pudo excusarse más, y tuvo que asistir a
regañadientes a una de esas clases, impartida por un excéntrico rabino etíope
llamado Abdullah.
Cuando la clase finalizó, el
maestro Abdullah se acercó a Neville y, tomándole la mano, le dijo: «¿Dónde has
estado? Llegas con seis meses de retraso». Muy sorprendido, Neville le preguntó
de qué le conocía y cómo sabía que él iba a venir. A lo que Abdullah respondió:
“Los hermanos me lo dijeron hace seis meses”.
Desde ese momento, Neville
se dedicó en cuerpo y alma a recibir las enseñanzas de Abdullah. Con él,
aprendió hebreo, estudió la cábala, el significado simbólico oculto de las
Sagradas Escrituras y la ley de la conciencia, estableciendo las primeras bases
de la filosofía del pensamiento creativo que más tarde Neville desarrolló
profundamente.
El maestro Abdullah le
enseñó a vivir como si sus objetivos se hubieran cumplido, y a mantenerse fiel
a una idea. Decía que no atraemos lo que queremos, sino lo que creemos que es verdad.
Siguiendo estas ideas, Neville Goddard afirmaba haber experimentado importantes
cambios en su vida.
En 1930, Neville Goddard
comenzó a dar conferencias en una pequeña habitación de un edificio público
Nueva York. Al principio reunía a muy poca gente pero, gracias a su carisma y a
su don de palabra, poco a poco fue calando su mensaje, ganándose la confianza
del público y consiguiendo finalmente grandes audiencias.
Durante años viajó por todos
los Estados Unidos transmitiendo sus ideas a quien quisiera escucharlas, hasta
que, en 1950, decidió establecerse finalmente en Los Ángeles, California. Allí
daba conferencias regularmente en el Wilshire Ebelle Theatre, recinto que
siempre abarrotaba de fieles seguidores. En las décadas de 1960 y 1970,
impartía sus conferencias sólo en las ciudades de Los Ángeles, Nueva York y San
Francisco.
Neville nunca alcanzó la
inmensa fama o reputación de algunos de sus contemporáneos, como Norman Vincent
Peale o Ernest Holmes. Aun así, en el apogeo de su carrera su mensaje llegó a
muchos cientos miles de personas, si no a millones.
Neville Goddard murió a los
67 años de edad el 1 de octubre de 1972, en Los Ángeles y, sabedor de que le
quedaba poco tiempo en este plano dijo: “Yo
sé que me queda poco tiempo. He acabado la misión que se me había encomendado y
ahora estoy listo para partir. Sé que no regresaré más a este mundo
tridimensional porque La Promesa se ha cumplido en mí. En cuanto al lugar al
que voy, ya conoceré lo que hay en él de la misma forma que os he conocido
aquí, porque todos somos hermanos, unidos en un amor infinito”.
Las
innovaciones de Neville Goddard
Una de sus innovaciones con
respecto a la “ciencia mental” o Nuevo Pensamiento era considerar a la Biblia
como un manual de la conciencia del hombre. Neville pensaba que las historias
de la Biblia se desarrollan en la mente del hombre individual, siendo más bien
un libro de instrucciones de nosotros mismos, un manual para el desarrollo de
hombre. Neville hablaba de Cristo como un maestro que demostraba continuamente
el poder del pensamiento creativo.
Otra innovación de Neville
fue tratar de analizar si el poder de la imaginación puede ser utilizado para
dañar a otra u otras personas. Según Neville todo aquel que dirija un
pensamiento malicioso a otra persona será afectado por su rebote, si no es
capaz de obtener la aceptación subsconsciente de esa otra persona. Por lo
tanto, siempre recordaba una verdad tan antigua como el hombre: “Nunca aceptes como verdad de los demás lo
que no querrías que fuera cierto para ti”. Neville decía que La Ley podía
ser utilizada para buenos o malos objetivos, del mismo modo que la electricidad
puede ser usada para fines nobles o propósitos codiciosos, egoístas o
maléficos. Pero para Neville había
una diferencia: los pensamientos y acciones innobles inevitablemente producen
consecuencias infelices.
La
Ley y La Promesa
En sus primeras conferencias
y libros, Neville trataba solamente de lo que él llamaba “La Ley”, una técnica
de creación de la propia realidad física a través de la imaginación. De toda la
obra de Neville, esta parte es la que más se acerca a las tesis del movimiento
llamado “Nuevo Pensamiento”.
Según esta idea, el hombre
tenía que pensar desde la sensación del deseo cumplido, alcanzando un estado
que él llamaba “YO SOY“, siendo a su vez esta una traducción mística del nombre
de Dios. El hombre puede alcanzar cualquier meta siempre que adopte la
sensación de que esa meta se ha cumplido en el presente.
A partir del año 1959,
empezó a introducir el concepto de “La Promesa”, tras haber tenido una fuerte
experiencia mística que, según él, le hizo renacer. A finales de la década de 1960 y principios
de 1970, Neville Goddard fue dando poco
a poco más importancia a “La Promesa” que a “La Ley”, subordinando
definitivamente una a la otra.
Según Neville, se puede usar
el poder de la imaginación para cambiar las circunstancias, pero esto puede ser
un cambio temporal, que al final se desvanezca como el humo. De este modo pasó a priorizar “La Promesa”,
alegando que se puede utilizar “La Ley” para hacer una gran fortuna, o para
obtener fama, pero el verdadero propósito de nuestra vida siempre debería ser
cumplir con las Escrituras.
Para Neville, la Promesa de
Dios es incondicional, todo lo contrario a la Ley de Dios, que es
condicional. Aquellos que acepten La
Promesa se unirán a Dios tras la muerte, y los que no, serán restaurados una y
otra vez hasta que la acepten en una de sus vidas.
En su libro “La Ley y la
Promesa” Neville nos presenta innumerables ejemplos de personas que habían
conseguido sus objetivos, desde los más nimios a los más difíciles, utilizando
las técnicas de La Ley. Pero para
Neville el objetivo de la práctica espiritual no consistía en alcanzar metas
materiales, sino en saturarse, cansarse de ellas, para finalmente poder salir
en busca de Dios.
Esta deriva en su filosofía,
provocó que perdiera popularidad, pues la mayoría de sus seguidores se sentían
más cómodos y más atraídos por los mensajes de autosuperación más en línea con
el Nuevo Pensamiento. Pero Neville Goddard no se veía influido por la mayor o
menor aceptación popular de sus ideas. Cuando le aconsejaron que retomara el
rumbo de sus primeras conferencias para evitar la pérdida de audiencia, Neville
respondió que seguiría siempre fiel a sus principios aunque tuviera que hablar
a las paredes desnudas.
Sin duda Goddard sentó las
bases de un pensamiento fundamental y que deja muy en claro que Dios está en nosotros,
que solo haciendo el bien se puede vivir bien y que nada bueno hay afuera si
primero no fortalecemos nuestro espíritu y nuestra alma con la esencia de todo:
Dios.