viernes, 20 de julio de 2018

NADA HALLAREMOS EN EL MUNDO EXTERIOR SI PRIMERO NO BUSCAMOS EN NUESTRO INTERIOR


Hablar de Dios sin fanatismos, hablar de Dios con amor, sin encasillarnos en determinadas organizaciones religiosas, hablar de Dios desde la plena conciencia de que él y su reino viven en cada uno de nosotros, y todos tenemos la capacidad de ser felices y tener todo aquello que deseemos si realmente nos convencemos de ellos y lo sentimos como un asunto logrado.
Experimenté la “crisis de los cuarenta”, atravesé por experiencias profesionales y personales dolorosas y ello me indujo a buscar a Dios, pero no afuera, sino adentro de mí, fue un proceso largo y por momentos dudé porque siempre se me enseñó que Dios es un ser lejano que vive en templos y se muestra en imágenes, pero la Espiritualidad (que para nada colisiona con la religiosidad) me enseño que el Reino de Dios está dentro de mí y que solo la pelnaconvicción de que es así me dará la paz y propiciará que concrete mis sueños y proyectos.
En ese camino he sido y continúo siendo acompañada por las enseñanzas de Neville Goddard, uno de los principales divulgadores y estudiosos de las corrientes filosóficas del Nuevo Pensamiento más carismáticos e influyentes del siglo XX. Mediante sus sencillas pero elegantes conferencias de no más de una hora de duración, Neville fue capaz de transmitir a sus seguidores una nueva visión sobre las relaciones entre el hombre y Dios.
https://www.youtube.com/watch?v=MgCMGRAX5Qc
Escribió más de diez libros y pronunció miles de conferencias desde el año 1930 hasta el año de su muerte en 1972.
Goddard nació el 19 de febrero de 1905 en St. Michael, Barbados (Antillas Británicas), hijo del comerciante Joseph Nathaniel Goddard y su esposa Wilhelmina Nee Hinkinson. Neville era el cuarto hijo en una acomodada familia de nueve niños y una niña.
De niño, jugando con dos de sus hermanos mayores en la playa se encontraron con una anciana que vivía sola sobre las dunas de arena. Ella era conocida por sus dotes de adivinación, así que se acercaron a ella para que les pronosticara el futuro. A los hermanos mayores les auguró que se convertirían en influyentes profesionales: uno sería médico, otro sería un gran empresario… pero cuando le tocó el turno a Neville, cambió su tono de voz y le dijo que en el futuro viajaría a una tierra lejana en la que se quedaría a vivir para siempre pues allí tenía que completar una misión especial ordenada por Dios.
En 1922, a los diecisiete años, Neville Goddard viajó a los Estados Unidos a bordo del SS Vasari con la intención de estudiar teatro y ser actor en Nueva York. Sus comienzos fueron duros, trabajando en diversos comercios y grandes almacenes de la ciudad ganando no más de quince dólares semanales, hasta que al fin, tuvo la oportunidad de trabajar en el teatro como bailarín, formando pareja profesional y sentimental con una bailarina de origen inglés, con la cual se casó y tuvo un hijo.
En 1925, el matrimonio viajó a Inglaterra y recorrieron el país durante todo un año, gracias a su profesión. Allí, Neville conoció algunos fundamentos de la investigación psíquica. Tras regresar en 1925 a los Estados Unidos, su interés por el misticismo aumentó a medida que disminuía su pasión por el mundo del teatro. Así pues, cuando la Gran Depresión de 1929 arruinó el país y la gran mayoría de teatros cerraron, la carrera profesional de Neville como bailarín se acabó para siempre, y con ella también finalizó su primer matrimonio.

En esos tiempos se hizo íntimo amigo de un aspirante a sacerdote católico, quien influyó de manera notable en su vida. Mientras este amigo estudiaba para sacerdote, su padre, quien  fue un rico hombre de negocios, falleció repentinamente, dejándole en cuantiosa herencia. El amigo de Neville, abandonó sus estudios religiosos y su vocación sacerdotal para dedicarse a gastar su dinero en todo tipo de placeres y caprichos. Neville perdió la admiración y el respeto que sentía por este amigo, debido a esos excesos inapropiados para aquellos tiempos de crisis ya que el país y muchos de sus ciudadanos estaban pasando grandes necesidades.
Así que cuando este amigo le pidió en reiteradas ocasiones que lo acompañara a unas clases místicas a las que estaba asistiendo, Neville siempre encontraba excusas para negarse a hacerlo. Pero un día Neville no pudo excusarse más, y tuvo que asistir a regañadientes a una de esas clases, impartida por un excéntrico rabino etíope llamado Abdullah.
Cuando la clase finalizó, el maestro Abdullah se acercó a Neville y, tomándole la mano, le dijo: «¿Dónde has estado? Llegas con seis meses de retraso». Muy sorprendido, Neville le preguntó de qué le conocía y cómo sabía que él iba a venir. A lo que Abdullah respondió: “Los hermanos me lo dijeron hace seis meses”.
Desde ese momento, Neville se dedicó en cuerpo y alma a recibir las enseñanzas de Abdullah. Con él, aprendió hebreo, estudió la cábala, el significado simbólico oculto de las Sagradas Escrituras y la ley de la conciencia, estableciendo las primeras bases de la filosofía del pensamiento creativo que más tarde Neville desarrolló profundamente.

El maestro Abdullah le enseñó a vivir como si sus objetivos se hubieran cumplido, y a mantenerse fiel a una idea. Decía que no atraemos lo que queremos, sino lo que creemos que es verdad. Siguiendo estas ideas, Neville Goddard afirmaba haber experimentado importantes cambios en su vida.
En 1930, Neville Goddard comenzó a dar conferencias en una pequeña habitación de un edificio público Nueva York. Al principio reunía a muy poca gente pero, gracias a su carisma y a su don de palabra, poco a poco fue calando su mensaje, ganándose la confianza del público y consiguiendo finalmente grandes audiencias.
Durante años viajó por todos los Estados Unidos transmitiendo sus ideas a quien quisiera escucharlas, hasta que, en 1950, decidió establecerse finalmente en Los Ángeles, California. Allí daba conferencias regularmente en el Wilshire Ebelle Theatre, recinto que siempre abarrotaba de fieles seguidores. En las décadas de 1960 y 1970, impartía sus conferencias sólo en las ciudades de Los Ángeles, Nueva York y San Francisco.
Neville nunca alcanzó la inmensa fama o reputación de algunos de sus contemporáneos, como Norman Vincent Peale o Ernest Holmes. Aun así, en el apogeo de su carrera su mensaje llegó a muchos cientos miles de personas, si no a millones.
Neville Goddard murió a los 67 años de edad el 1 de octubre de 1972, en Los Ángeles y, sabedor de que le quedaba poco tiempo en este plano dijo: “Yo sé que me queda poco tiempo. He acabado la misión que se me había encomendado y ahora estoy listo para partir. Sé que no regresaré más a este mundo tridimensional porque La Promesa se ha cumplido en mí. En cuanto al lugar al que voy, ya conoceré lo que hay en él de la misma forma que os he conocido aquí, porque todos somos hermanos, unidos en un amor infinito”.

Las innovaciones de Neville Goddard
Una de sus innovaciones con respecto a la “ciencia mental” o Nuevo Pensamiento era considerar a la Biblia como un manual de la conciencia del hombre. Neville pensaba que las historias de la Biblia se desarrollan en la mente del hombre individual, siendo más bien un libro de instrucciones de nosotros mismos, un manual para el desarrollo de hombre. Neville hablaba de Cristo como un maestro que demostraba continuamente el poder del pensamiento creativo.
Otra innovación de Neville fue tratar de analizar si el poder de la imaginación puede ser utilizado para dañar a otra u otras personas. Según Neville todo aquel que dirija un pensamiento malicioso a otra persona será afectado por su rebote, si no es capaz de obtener la aceptación subsconsciente de esa otra persona. Por lo tanto, siempre recordaba una verdad tan antigua como el hombre: “Nunca aceptes como verdad de los demás lo que no querrías que fuera cierto para ti”. Neville decía que La Ley podía ser utilizada para buenos o malos objetivos, del mismo modo que la electricidad puede ser usada para fines nobles o propósitos codiciosos, egoístas o maléficos. Pero para Neville había una diferencia: los pensamientos y acciones innobles inevitablemente producen consecuencias infelices.
La Ley y La Promesa
En sus primeras conferencias y libros, Neville trataba solamente de lo que él llamaba “La Ley”, una técnica de creación de la propia realidad física a través de la imaginación. De toda la obra de Neville, esta parte es la que más se acerca a las tesis del movimiento llamado “Nuevo Pensamiento”.
Según esta idea, el hombre tenía que pensar desde la sensación del deseo cumplido, alcanzando un estado que él llamaba “YO SOY“, siendo a su vez esta una traducción mística del nombre de Dios. El hombre puede alcanzar cualquier meta siempre que adopte la sensación de que esa meta se ha cumplido en el presente.

A partir del año 1959, empezó a introducir el concepto de “La Promesa”, tras haber tenido una fuerte experiencia mística que, según él, le hizo renacer.  A finales de la década de 1960 y principios de 1970, Neville Goddard  fue dando poco a poco más importancia a “La Promesa” que a “La Ley”, subordinando definitivamente una a la otra.
Según Neville, se puede usar el poder de la imaginación para cambiar las circunstancias, pero esto puede ser un cambio temporal, que al final se desvanezca como el humo.  De este modo pasó a priorizar “La Promesa”, alegando que se puede utilizar “La Ley” para hacer una gran fortuna, o para obtener fama, pero el verdadero propósito de nuestra vida siempre debería ser cumplir con las Escrituras.
Para Neville, la Promesa de Dios es incondicional, todo lo contrario a la Ley de Dios, que es condicional.  Aquellos que acepten La Promesa se unirán a Dios tras la muerte, y los que no, serán restaurados una y otra vez hasta que la acepten en una de sus vidas.
En su libro “La Ley y la Promesa” Neville nos presenta innumerables ejemplos de personas que habían conseguido sus objetivos, desde los más nimios a los más difíciles, utilizando las técnicas de La Ley. Pero para Neville el objetivo de la práctica espiritual no consistía en alcanzar metas materiales, sino en saturarse, cansarse de ellas, para finalmente poder salir en busca de Dios.
Esta deriva en su filosofía, provocó que perdiera popularidad, pues la mayoría de sus seguidores se sentían más cómodos y más atraídos por los mensajes de autosuperación más en línea con el Nuevo Pensamiento. Pero Neville Goddard no se veía influido por la mayor o menor aceptación popular de sus ideas. Cuando le aconsejaron que retomara el rumbo de sus primeras conferencias para evitar la pérdida de audiencia, Neville respondió que seguiría siempre fiel a sus principios aunque tuviera que hablar a las paredes desnudas.
Sin duda Goddard sentó las bases de un pensamiento fundamental y que deja muy en claro que Dios está en nosotros, que solo haciendo el bien se puede vivir bien y que nada bueno hay afuera si primero no fortalecemos nuestro espíritu y nuestra alma con la esencia de todo: Dios.


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