sábado, 5 de mayo de 2018

MAESTROS DE VIDA


Hay personas que se cruzan en tu camino y en un par de minutos se convierten en tus grandes maestros de vida. Hace un par de días, don Félix me hizo un servicio de taxi de Miraflores a Magdalena y durante el recorrido entablamos una amena charla y me contó que su hijo estudia Administración en la Universidad del Pacífico: “Todos los días se levanta las cinco de la madrugada porque vivimos en Comas, estudia de ocho a cuatro y luego de dejarla a usted, eran las 3:30 p.m., iré a darle el encuentro en la avenida Brasil y nos regresamos juntos a la casa porque yo salgo al taxi desde las cuatro de la madrugada hasta las cuatro de la tarde de lunes a sábado, pero soy feliz, mi hijo me trae unas “notazas” y me ha prometido que en cuanto concluya la universidad y halle trabajo ya no permitirá que yo siga “taxeando”, quiere que me quede en casa con su mamá”. Hablaba con tanto, tanto amor de los esfuerzos de su hijo y de los suyos, de cómo han formado un equipo que juntos miran al futuro con optimismo, fe y que los sacrificios no son vistos como tales sino como pruebas que los fortalecen, el pecho henchido y el brillo de sus ojos daban cuenta del genuino orgullo de un padre que sabe que ha traído al mundo la buena semilla y la cuida: “Yo no pude ser profesional porque quedé huérfano a los tres años y mi mamá tuvo que criar sola cinco hijos, pero mi hijo sí lo será porque él así lo ha decidido y porque yo sé que estoy apostando a ganador”, sentencia feliz mientras sorteamos todos los buses de la avenida Del Ejército al mismo estilo Rally Dakar 2018..
Días atrás disfruté de una amena reunión con unos amigos muy queridos y para llegar al punto de encuentro abordé un taxi cuyo conductor era un jovencito de amplia sonrisa buenos modales, quien pese a la hora y lo complicado del tráfico mantenía la cortesía y el buen trato: “Creo que lo que me da “cancha” en este negocio es que durante todos mis años en que fui estudiante universitario “taxié” para solventar mis gastos y responsabilidades porque a los dieciocho años tuve un hijo, fue algo inesperado tener una vida tan chiquitita entre mis manos y que era completamente mi responsabilidad, que decidimos con mi pareja que yo trabajaría y estudiaría y ella cuidaría a nuestro hijo. Los años pasaron, concluí mi carrera, trabajo en una empresa y luego de la oficina salgo jueves, viernes y sábado a “taxear”. Desde mi experiencia no se trata de salir todo el día, yo ya sé qué rutas, qué zonas y a qué horas conseguiré mayor número de clientes. Como la cigüeña nos visito sin avisar, mi esposa se quedó a la mitad de su carrera, pero como nuestro chico bello este año ha  empezado en el ‘colegio grande’, ella retomará sus estudios, nunca quisimos dejarlo con personas extrañas por todas las atrocidades que las noticias divulgan a diario, pero ahora ella volverá a las aulas a concluir su carrera, tenemos muchos planes juntos, crecer profesionalmente, como pareja y como familia, ambos anhelamos tener otro hijo porque nos encantan los niños, pero somos conscientes de que hay que establecer prioridades. Yo era 'recontra palomilla', pero sano jajajaja, pero cuando nació mi hijo él y su mamá se convirtieron en mi todo y tener dos 'chambas' no me cansa, al contrario, cada sol ganado es un peldaño para concretar nuestros sueños como familia, todo es posible si hay amor y buena voluntad”.
Un padre maduro con un hijo universitario quien transita por las aulas de una de las más prestigiosas casas de estudio de nuestro país, pero que lo hace como un triunfador que sabe hacia dónde va y que lleva en el corazón la sabiduría que le indica que para ser un profesional exitoso se requiere, primero, de ser un hijo exitoso; y un profesional joven a quien la paternidad se le instaló “por sorpresa” pero, él más allá de su juventud e inexperiencia y lejos de evadir su responsabilidad, asumió su rol sin ambages: “si actúas como adulto, responde como tal ante las consecuencias”, concluye con una risa que exteriorizó una no disimulada picardía.
Sí, este mundo está lleno de gente mala, indolente, cruel. Pero, también lo poblamos personas nobles, comprometidas, emprendedoras, decentes, que aman a sus familias y que con alegría y optimismo inteligente avanzan por las rutas de la vida trabajando por concretar sus sueños. Me niego aceptar que todo está perdido, que la humanidad es insalvable, y afortunadamente, la vida me demuestra que no es así.


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