"No la arrastré de los pelos, fue del codo",
"fue una pelea de celos pero no
hablaré mal de ella por respeto a los tres años que tuvimos de relación"
(Miguel Camino Forsyth).
"No la arrastró, la jaloneó"
(abogado de Camino Forsyth)
"Ella tenía una relación con el periodista
Carlos Paredes que es casado (...), yo
estaba dolido (...) yo no tocaría a
una mujer ni con el pétalo de una rosa" (...) "ella me escribió una carta donde me decía
que me amaba, que se daba cuenta de su error y me pedía perdón, que yo era lo
mejor que le había pasado" (...) (Juan Mendoza, agresor de Lorena
Álvarez).
Minimizar
el hecho, echarle la culpa a la mujer, enlodar su honor y dejarla como una
mujerzuela inmoral es la burda estrategia que utilizan los agresores y sus
tinterillos, no puedo decir abogados, para eludir su responsabilidad y
minimizar un delito cometido a todas luces y del que, en el caso de Micaela de
Osma, hay un video probatorio.
La
ira e impotencia me inducen a clamar que le corten el pene a Camino, Mendoza y
al abogado del primero por insensible e inhumano, pero más allá de la reacción
visceral y sanguínea que me abraza, estas conductas no aparecen de la noche a
la mañana, no surgen sin razón y son la expresión de una infancia llena de
violencia, de un hogar disfuncional y de un espacio familiar donde los hijos no
han visto ni vivido en un entorno de respeto y cariño mutuo entre el padre y la
madre o entre los adultos que los formaron.
Es
triste leer a la hermana de Camino Forsyth aseverar que en su hogar reinó la
paz y el respeto y que no se explican ni justifican cómo su hermano se ha
convertido en un infame, salvaje y drogadicto que arrastró cual paquete a otro
ser humano que decía amar, que era su pareja y vivían juntos tres años.
Con
todo respeto discrepo absolutamente de esa versión de cuento de hadas de la
señora Camino, quizá para ella sí fue así pero lo que no vio fue lo que sí vio
su hermano porque esas conductas agresivas tienen antecedentes en la conducta
familiar, entorno más íntimo del ser humano. La familia es la base de la
sociedad, es el núcleo donde se forman los individuos, donde aprendemos lo
bueno y lo malo, en la escuela recibimos datos, pero en el hogar recibimos
amor, cuidados y atenciones solo para nosotros, o no las recibimos, según sea
el caso.
Busco
tener y mantener una postura objetiva, pero esta se extingue cuando escucho
argumentos como “la base de todo esto es
que ella tenía una relación con Perico de los Palotes que es casado y bla, bla,
bla…”. Así tu pareja sea una meretriz que conociste en Las Cucardas, NADA
ABSOLUTAMENTE NADA te adjudica el derecho de agredirla ni verbal ni
físicamente. Si Mendoza se sabía cornudo, lo prudente y asertivo era terminar
la relación, limarse los cachos y seguir con su vida, pero no masacrarla en la
madrugada aprovechándose de la vulnerabilidad de ella dado que no podía gritar
y pedir auxilio sin aterrar a su hijo, un niño inocente de cinco años que no
tiene porqué padecer los desvaríos de un agresor.
Empero,
hay un dato muy revelador que indica que tanto Alvarez como Mendoza necesitan
#saludmentalya y es que “(…) él me había
prohibido ver gente, tanto amigos hombres como mujeres (…) con fulanita y sutanito no (…) pero yo cedí porque quería hacerlo feliz”.
He ahí el primer gran error que cometemos: ceder a las prohibiciones, a las
manipulaciones, que castren nuestra vida social por sus inseguridades y celos,
que desconfíen de nosotras, que nos desvaloricen, que nos digan que no podemos,
que sin ellos no somos nadie, que si se van nos quedaremos solas y nadie más
nos mirará.
Todo
eso es MENTIRA, entiéndalo chicas, es MENTIRA. Por ello, urge que fortalezcamos
nuestra autoestima, que nos miremos al espejo convencidas de que somos lo
máximo, que el mundo es nuestro y que nuestra felicidad no se basa en tener un
hombre en nuestra cama o en nuestra mesa, ni en tener pareja, ni en casarse. El
amor y la construcción de una relación de pareja sana es tratarnos con respeto,
consideración, confianza, alegría, gozar del sexo de alta calidad, compartir
gastos y gustos, ni vividores ni sangronas, no hagas a otro lo que no quieres
que te hagan a ti.
Lloro
por Micaela, que puede ser mi hija, por Lorena que requiere de altas y
permanentes dosis de autoestima y de aprender que la cara del amor no es la
sumisión ni la permisividad enfermiza, lloro por mi amiga de la infancia cuya
pareja le pegó desde la luna de miel y cuyos maltratos abonaron para que
desarrolle un cáncer devastador que se la llevó en plena primavera de su vida. Pero,
en cada lágrima que estoy derramando desde ayer cuando vi que Camino Forsyth
arrastraba “del codo no de los pelos” a Micaela, y luego de ver Lorena y sus
confesiones, también está la promesa y la fuerza para construir desde mi aula
de clase, desde todo espacio en el que se me dé voz para predicar pero sobre
todo actuar en la edificación de una sociedad basada en el respeto para todos,
pero especialmente para nosotras las mujeres porque nadie bajo ninguna razón
tiene el derecho de violentarnos en forma alguna. Pero, nada lograremos si no
tomamos acción y denunciamos con firmeza, sinvergüenza y sin retroceder jamás.
#elpegalónjamáscambia #meagredesytedejoeunuco
No hay comentarios:
Publicar un comentario