jueves, 31 de mayo de 2018

MITAD INFAMES, MITAD PERVERSOS


¿Cómo sanar una corazón roto?, ¿cómo restaurar la esperanza, la confianza y recomponer la autoestima de una persona que ha sido violentada en lo más profundo de su ser por quienes creía que eran sus guías espirituales y en quienes confió ciegamente?, ¿cómo solidarizarnos con las víctimas, sin hipérboles ni dramatismo, demostrándoles empatía, solicitando que nos perdonen porque como sociedad dejamos mucho que desear al ignorar delitos como los aquí explicados que cometieron miembros de la Iglesia Católica contra niños y jóvenes inocentes? Estas y otras preguntas atiborraban mi mente, luego de realizar esta entrevista testimonial, y mientras caminaba buscando un lugar donde sentarme y respirar, al tiempo que secaba mis lágrimas con las mangas de mi chompa, porque para variar, había olvidado mis clínex. Pero, la única y contundente respuesta que hallé fue, es y será: JUSTICIA.
Pedro Salinas, periodista, exsodálite y autor del libro Mitad monjes, mitad soldados, accedió amablemente a esta entrevista para traer al presente un muy amargo episodio de su vida. Lo he visto y oído muchas veces por televisión y radio, pero nada se compara con escucharlo en vivo y en directo. Su estremecedor testimonio, junto con los consignados en su libro, me confirman que Dios jamás estuvo presente en los execrables y protervos delitos cometidos por Luis Fernando Figari, fundador del Sodalicium de Vida Cristiana.
He aquí su historia
Buscar hacer algo bueno, cambiar el mundo… y hallar el infierno
Adolescente rebelde que coqueteaba con la marihuana, desafiante con la autoridad, líder natural con ascendencia sobre sus compañeros de clase que padecía el dolor de ver la separación de sus padres, es decir Pedro Salinas tuvo el perfil perfecto para ser reclutado según los abyectos fines del Sodalicium.
PS: A ver, el sistema de captación me parece perverso porque es gente que entra a colegios con el pretexto de preparar chicos para la primera comunión o la confirmación y entonces se los llevan durante tres días a Chaclacayo, a una playa o sabe Dios dónde y ahí empieza el sistema de persuasión. Generalmente, esta gente le pone el ojo a uno, dos o tres chicos de diez, veinte o treinta que llevan a estos retiros para jalarlos a esta organización de características sectarias.
Al principio el rostro del Sodalicium es afable, amable, patero, buena onda, graciosos, se las dan de pendejos, campechanos, entradores, pero observan las necesidades de cada chico, por ejemplo de aceptación, de pertenencia, de reconocimiento, adolescentes soñadores que quieren cambiar el mundo. En mi caso, yo estaba a punto de que me botaran del colegio, cuando los conozco  mis padres se acababan de separar y eso generó en mí un vacío afectivo que esta gente detectó. Asimismo, en mi caso, lo que yo tenía como ventaja para ellos es que poseía ascendencia sobre mis compañeros de clase, era un líder natural y de hecho con el tiempo me convertí en un reclutador de chicos.
Es esencial, para tratar de entender al Sodalicium, comprender el concepto de que es una secta cuya estrategia de captación es enseñarte la cara más simpática que puedan tener y con eso se muestran como una familia alternativa a la que tienes y cuando ya estás integrándote, empiezan a darse grados de exigencia, a pedir más: tienes que venir a misa todos los domingos, tienes que rezar el rosario todos los sábados, hay un horario durante el cual debes llevar tu vida diaria, primero empiezan a controlar tus actos para luego controlar tu mente.
También se establece una reunión semanal con un consejero espiritual a quien debes contarle todo, quien en los hechos se convierte en una suerte de hermano, de papá, de mentor, de tutor, de superior que en los estándares sodálites es “la voz de Dios”, es el que interpreta la voluntad divina y el plan que Dios tiene para ti. Esto reforzado con una serie de máximas estrechamente vinculadas a la obediencia: “El que obedece nunca se equivoca”, “La obediencia es la columna vertebral de la espiritualidad sodálite”, todo vinculado a la obediencia, al sometimiento absoluto.

Prohibido amar
Tienes quince, dieciséis años, a esa edad ¿quién no se enamora?
PS: Cuando tienes enamorada al principio no te dicen nada, pero cuando ya estás más o menos integrado a la organización se te plantea el hecho de que tu enamorada es un “obstáculo” para cumplir el plan de Dios, porque si ellos determinan que tienes vocación para el Sodalicium entonces estás llamado a vivir en comunidad, a permanecer célibe, de acuerdo a los compromisos y creencias de esta secta.
Pero, dónde es que te “rompen el espinazo” (entiéndase anular la voluntad) es en la casa de San Bartolo que ya no existe, ahí funcionaban las “comunidades de formación” donde se determinaba o se aceleraba el proceso de formateo mental, de sumisión absoluta y de lavado de cerebro, este punto hay que entenderlo así de claro.
Luis Fernando Figari, el fundador del Sodalicium, es el equivalente en maldad a Charles Manson, Abimael Guzmán y Marcial Maciel en España, todos son exactamente lo mismo. Durante más de un lustro me fanaticé con el Sodalicium, desde los dieciséis años hasta los veintidós y el mayor daño que me hicieron fue interceptar e impedir que las cartas que mi padre me escribía y las que yo redactaba para él, llegaran a nuestras respectivas manos. Ellos lograron que yo odiara a mi padre durante años por nada, sin motivo ni razón. Mi padre ya falleció, ciertamente restablecimos nuestras relaciones, cerramos el círculo y él pudo morir en paz. Sin embargo, siento que perdí valiosos años de relación con mi padre por culpa de estos malditos, pero dentro de todo hubo un periodo de sanación.


Mantener vigente el tema, una forma de prevenir
En el libro Mitad monjes, mitad soldados hay seis testimonios de abusos sexuales y el resto denotan maltrato físico, psicológico o ambos. Luis Fernando Figari es un perverso sexual. Aunque no vi abuso sexual, lo que sí me ocurrió y está consignado en mi testimonio en el libro, es que mi director espiritual, Virgilio Levaggi, me llevó a una situación de hacer yoga en calzoncillos y con un puntero metálico me comenzó a palpar diciéndome que “estaba con mucha tensión en los hombros y que el yoga era importante para efectos de tener una mejor oración y comunicación con Dios”, hasta que me toca la ingle y yo reacciono, pero para que vean lo profesionales que son estos tipos, me dijo “vístete” como si nada y me sacó unos papeles con unas posiciones de yoga y un libro Yoga cristiano en diez lecciones, o sea, “acá no pasó nada”, pero yo me dije internamente “mierda, he pensado mal de mi director espiritual que está buscando lo mejor para mí”, o sea me sentí culpable cuando en realidad fui yo el agredido.
Pero, después con la investigación para el libro, he comprobado que a muchos los han testeado de esa forma, hubo quienes no cayeron pero los que cedieron terminaron siendo víctimas, y como Jeffrey Daniels, se volvieron  replicantes. Aquí la hipótesis es que Luis Fernando Figari, que es el eje del mal, ha abusado de Germán Doig quien luego se volvió victimario y probablemente abusó de Daniels y así se formó la cadena de abusos.
Me pregunto ¿cuántos más hay?, porque Virgilio Levaggi también tiene víctimas y no se ha investigado a la cúpula fundacional del Sodalicium, la investigación la han cerrado con Figari pero es absurdo pensar que él actuó solo, que nadie se dio cuenta y no tuvo apoyo de la cúpula. Por cierto, actualmente Jaime Baertl es el sodálite más importante luego de Figari y está libre y sin sanción alguna viviendo en Colombia.


Asimismo, a mí me ha sorprendido que cuando hemos entrado en el juicio han aparecido documentos que yo he escrito en los años ochenta y ellos los tenían, por ejemplo, estaba mi carta escrita de puño y letra en la que yo solicito mi ingreso al Sodalicium por voluntad propia, pero esos textos me los dictó mi director espiritual. Además, durante la investigación se ha descubierto que antes de que Luis Fernando Figari funde el Sodalicium ya había tenido problemas de abuso sexual en San Bartolo, de ahí mi hipótesis es que se crea el Sodalicium como una fachada para que él y sus cómplices sigan perpetrando crímenes sexuales y de esclavitud, tal es el caso de José Rey de Castro que acaba de aparecer con su Facebook  “Mi vida en el Sodalicium” él fue esclavo de Figari, eso lo hemos descubierto luego de publicar el libro Mitad monjes, mitad soldados, salen dos casos de esclavitud moderna, que es un crimen.
Quise entrevistarlo pero no quiso hablar. De hecho mucha gente se negó a hablar y en el libro hay solo un testimonio a favor del Sodalicium y una vez publicado, me llamó el autor del testimonio para decirme que había mentido y me contó su historia real. Por otro lado, hay gente, y esa es una de las satisfacciones que tenemos Paola y yo, que luego de leer el libro se han reconocido como víctimas.


Abriendo los ojos
Me salí del Sodalicium a los veintidós años, lo que sucedió es que yo tuve la “suerte” de que cuando entré recién se abrían las primeras “casas de formación” no sé si eso fue bueno o malo porque todos los experimentos los hicieron con esos veinte primeros sodálites que entramos ahí, pero en ese instante aún no estaba institucionalizado el régimen de formación de San Bartolo. Con el tiempo se determinó que iban a ser dos años de los cuales yo solo estuve uno, y luego me enviaron a Arequipa a una comunidad recién fundada
¿Pero no sentía ese deseo de salir y conocer el mundo?
Es que estaba fanatizado, o sea si te pones a pensar en categorías occidentales no vas a entender jamás al Soldalicium. Tienes que pensar en Isis, Hamas, talibán, estos grupos que están entrenados para matar y para dejarse matar, es decir que si me decían “ponte un chaleco con explosivos, párate en una sinagoga y aprieta el botón rojo, lo apretaba”.
Y a la pregunta ¿cómo salgo de eso?, bueno en mi caso cuando estuve en Arequipa los superiores de esta comunidad no habían pasado por San Bartolo, aún no habían conocido el sistema que Figari quería instaurar en toda la organización, aunque él no vivía en una comunidad sino en su casa en San Isidro. En la comunidad de Arequipa los jefes fueron Raúl Massert y Emilio Garró.
Fui a Arequipa con la misión de meter gente al Sodalicio, recluté mucha y una de las organizaciones que fundé fue el Centro de Estudiantes Católicos con gente de La Universidad San Agustín y la Santa María. Yo estudiaba psicología en San Agustín, en contra de los deseos de Figari, quien no quería que nadie estudiara y por ello tuve varias discusiones con él para que me permita estudiar. Cuando viví en San Bartolo él iba un día sí otro no para supervisar directamente la formación de sus “guerreros de Dios”.  
Enamorarse: el estímulo que propició su salida
Durante mi permanencia en Arequipa me enamoré de una chica lo cual me generó una crisis existencial que me empujó a salir del Sodalicium, a pesar de la presión interna que fue muy fuerte, y además mi última “conversación” con Figari duró cuarenta y cinco minutos sin interrupciones porque no me dejó hablar, pese a que traté de interrumpirlo hasta en tres oportunidades y ahí me mandó todas las maldiciones del planeta.
El 20 de enero de 1987 salgo del Sodalicium y me voy a la casa de mi abuela, yo tenía veintidós años, y para suerte mía era el cumpleaños de un primo político mayor cuyos hijos eran de mi edad y me metí una borrachera inolvidable jajajaja para celebrar y  buscar sacármelos de la cabeza, bloquearlos.
Al respecto, restablecerme de esta experiencia me ha tomado varios años de invertir en terapias psicológicas, buscar el apoyo de psiquiatras porque primero tuve que entender lo que me había sucedido, eso es difícil porque uno se siente como un “marciano” que aterriza en el planeta Tierra, después de haber roto con tu enamorada con tus amigos, con tu familia, de vivir aislado, sientes que estás solo en el mundo.
Además, pese a mi juventud me sentía un anciano porque todos mis amigos habían seguido una carrera, algunos se habían metido a la Marina, habían hecho empresas y yo de pronto había salido de la nada, luego de estudiar filosofía que no te sirve ni para un carajo, después me trasladé a psicología que no la terminé y sin saber qué hacer comencé a buscar a ver qué aparecía y de casualidad caí en el periodismo, me fue gustando el tema político, y en el año 2002 en una especie de exorcismo personal publico la novela (que ya esbozaba desde fines de los noventa)  Mateo Diez, con Jaime Campodónico.
En realidad yo no tenía la intención de que este material se convirtiera en una novela de denuncia, para nada. Los del Sodalicium lo tomaron como un ataque y pasé de ser el traidor o innombrable (así califican a los que se van) a convertirme en su enemigo.
Las víctimas merecen reparación, no postergación
Yo estuve pocos años, pero hay personas que han entregado diez, veinte años de sus vidas, que no han estudiado nada ni han hecho carrera y que solo han servido al Sodalicium. Hoy que se han salido de esa secta, no hallan ni reparación, ni veo que esta organización asuma su responsabilidad con ellos, pues no se trata solo de dar dinero, porque hay gente que está realmente dañada, que no pueden valerse por ellos mismos ante la vida, que no tienen trabajo ni formación, que carecen de sustento y están abandonados a su suerte. Yo soy resiliente, estuve solo seis años adentro, en comparación a otros que entregaron sus años de mayor vigor y productividad.
La batalla judicial es dura, pero no vale claudicar
Hay un grupo de cinco exsodálites que, ante la iniciativa del estudio Ugaz, al ver que la acción de la fiscalía por el tema de los abusos sexuales se iba a caer porque los casos que nosotros conocíamos habían prescrito, entonces nos propone a quienes  no habíamos sido víctimas sexuales, pero que sí habíamos pasado por el lavado de cerebro y el formateo mental, acusáramos a la organización por asociación ilícita, secuestro mental, en este caso, y lesiones psicológicas.
Aunque el delito de secuestro mental aún no está tipificado en las leyes peruanas, entonces lo que se busca es argumentar que en nuestro caso específico, sí lo hubo. Analicemos: a un chiquillo que lo captan a los doce, trece, catorce, quince, dieciséis años, lo someten a un trabajo de programación (anulación mental), con falta de sueño, de comida, dándole órdenes absurdas y con una presión psicológica constante, aplicándote técnicas de manipulación, es decir te robotizan, te automatizan, te convierten en un ente sin pensamiento porque tú asumes un pensamiento único, renuncias a tu espíritu crítico porque de lo contrario es muerte para la comunidad, y esta es una máxima que está en el reglamento de la comunidad sodálite que te aprendías de memoria. Tú tenías que pensar lo que pensaba Figari.
Recuperarse, seguir, avanzar
Entré al Sodalicium con el sueño de cambiar el mundo porque esos fueron los ideales que nos vendieron como esencia, con un entusiasmo contagioso y más aún en la etapa de la adolescencia durante la cual tú crees que puedes tocar el cielo con las manos, pero la realidad no fue así. Todo lo vivido me llevó a publicar primero Mateo Diez, después Al diablo con Dios y en el año 2015 publicamos Mitad monjes mitad soldados. Luego, en 2016 apareció la segunda edición con cien páginas más que incluyen nuevos testimonios y con más filones de investigación, como el tema del manejo del dinero. Considero que el trabajo realizado con Paola Ugaz de desmantelar toda esta organización, y que nos tomó casi cinco años, es un aporte importante y continuamos con la investigación hasta ahora. Asimismo, yo ya he sacado dos nuevos libros: El caso Sodalicio I y El caso Sodalicio volumen 2 que abarca juicios, opiniones de especialistas haciendo un seguimiento del caso.


¡Alerta!, Pedro Salinas es contundente
Que los padres sean más conscientes de que no pueden entregar a sus hijos a cualquiera así no más que aparezca con cara de buena gente, porque la gente de fe, los católicos piensan que los sacerdotes son personas revestidas de cierta autoridad moral, cierto halo de santidad y se dejan llevar por un ropaje que no corresponde con lo que ellos creen.  
¿Es Dios un ente ajeno al ser humano, a quien observa desde lejos y mantiene amenazado con castigos atroces si se porta mal?, ¿es Dios un patrón áspero que le lanza mendrugos de felicidad a sus sirvientes, los humanos, si se conducen como él quiere?, ¿la alegría pertenece al ego y el sufrimiento a la espiritualidad?, ¿Dios avala, estimula y propicia organizaciones como el Sodalicium? No, no y no, la maldad y la infamia no son obra de Dios, ni tampoco él confiere poderes extraordinarios a algunos individuos para que, apoyados en esa falacia, secuestren mentes y dobleguen almas de niños y jóvenes que en ellos creen y que buscan, la mayoría de las veces, el amor y la protección de los que carecen.
Ciertamente, Pedro Salinas, Enrique Escardó, Martin Scheuj entre otros, son las víctimas más mediáticas del Sodalicium, quienes con valentía y fortaleza comparten su acerba vivencia. Sin embargo, son cientos, quizá mientras escribo estas líneas un niño o adolescente está siendo violentado por miembros de esta secta, pero esto puede revertirse si cambiamos el silencio por la denuncia, el miedo por la confianza y la duda por la certeza de que aunque lenta, la justicia en el Perú tiene que concretarse en sanciones ejemplares para todos los culpables. Como sociedad tenemos que sanar y, qué duda cabe, la justicia es la principal medicina que debe administrarse para que las víctimas alcancen la paz con la certeza de que su clamor fue atendido y el daño reparado sin concesiones. La respuesta pues, sigue siendo la única posible: JUSTICIA.
Enlaces que abordan en extenso el tema:




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