martes, 8 de mayo de 2018

COMUNICACIÓN: LA CLAVE PARA GOZAR DE UNA SEXUALIDAD FELIZ Y SALUDABLE


Tengo muchos años como docente de Educación Superior y, además de poseer experiencia respecto a los cursos que imparto, tengo, afortunadamente, la virtud de saber “ganarme” a los estudiantes, de establecer relaciones de confianza, respeto, cariño, y ya muchos de ellos son mis amigos, es una labor gradual que va de menos a más y toma su tiempo, pero siempre estoy dispuesta a establecer y mantener vínculos armoniosos con mis alumnos.
Tiempo atrás, durante el transcurso del ciclo de estudios, dictaba mis cursos a primera hora y siempre al llegar, temprano, en una de las aulas me encontraba con una joven de ojos preciosos, amable, algo tímida, participaba poco en clases pero sus notas no eran malas, sin embargo a veces la notaba un tanto ausente.
Los días transcurrían normales, con los retos y actividades de cada sesión de aprendizaje, debo confesar que sostenida en mi experiencia docente, decidí hacer un experimento: durante dos sesiones de aprendizaje por mes tomaba unos minutos para hablar de la autoestima, la sexualidad, el placer, el amor, y de la salud mental. Sí, es fundamental amarse, respetarse y principalmente aceptarse plenamente, si sentimos que deseamos cambiar, genial, lo hacemos desde el amor y no desde la crítica o la culpa que producen tanto daño interno en las personas.
Aplicando esta estrategia, dicho sea de paso agregándole mi aderezo verbal y chispa jocosa, lograba la atención de los chicos y su confianza para que se soltaran en clase y su aprendizaje sea más fructífero. Debo confesar, nuevamente, que al llegar a la adultez, comprendí y empecé un camino de conocimiento interno y de toma de conciencia, principalmente, de que tenía heridas en el alma, penas y complejos que debía enfrentar, superar y sanar (y sigo trabajando internamente en mi mejoría), si realmente quería convertirme en una maestra que aporte, que forme y estimule a los estudiantes a pensar, concretar sus sueños y metas desde el optimismo inteligente y con una autoestima fortalecida, trabajo que no tiene fecha de caducidad, porque el crecimiento personal es permanente.
Pero, volviendo a mi alumna “ausente”, asistía a las clases, hasta que un día, al término de la sesión, esperó que todos se vayan, se me acercó algo insegura, diría yo, y me preguntó “¿Miss Silvana, puedo hablar con usted?, respondí ipso facto que sí, nos acomodamos en unas carpetas y con todos mis sentidos (que son más de cinco, por cierto), me concentré en ella.
Miss, tengo mi enamorado desde hace tres años, yo lo quiero, él es bueno, nos llevamos bien, pero siento que ya no quiero tener relaciones sexuales con él, me aburre, antes sí me gustaba, al principio, pero ahora siento que estamos en lo mismo, por ejemplo, yo ya sé que el fin de semana estamos en mi casa, tomamos un trago, luego nos vamos al hotel, ahí nos quedamos hasta el domingo, desayunamos, luego cada uno a su casa y por la tarde-noche, él regresa y nos quedamos viendo una película o los programas políticos del domingo, pero todo es como un esquema…”.
Le pregunté si había conversado con él, o por lo menos le había deslizado su inconformidad, no con palabras, quizá, pero sí con alguna expresión gestual, fui directa como siempre, y le pregunté si alcanzaba el orgasmo con él, si ella tenía poses favoritas, si él la obliga a hacer cosas que a ella le desagradan “en nombre del amor”, si hay violencia verbal o física en su relación, si se protegen del embarazo o de alguna enfermedad de trasmisión sexual con algún método, si ella expresa en la intimidad lo que desea o simplemente se dejar llevar por él, pensando que su pareja “sabe”, si juntos han acudido a buscar información sobre sexualidad a fuentes confiables, si es la primera vez que exterioriza este malestar, es decir la interrogué peor que la KGB, la CIA y la Gestapo juntas, jajajaja.
Ella me escuchaba mientras se quedaba pensando cuál de todas las había realizado junto con su pareja: “Mmmmmm, bueno yo tomo píldoras que me dijo una amiga que ella toma también, no usamos condón porque se supone que somos una pareja estable, sí llego al orgasmo a veces, pero cuando no llego no le digo nada porque no quiero hacerlo sentir mal porque él cree que me complace siempre. En realidad no sé cómo enfocar el tema, tengo miedo de que se moleste o me termine”.
Si calla sigue sufriendo su frustración y si habla teme perderlo, así de simple. Ambas situaciones son negativas y ninguna mujer, ni hombre merece vivir. Mientras la escuchaba pensaba ¿cuántas mujeres viven así, con ese miedo de decirle a su hombre que no las satisface, incapaces de proponer cambios que las darán placer a ambos y que es altamente probable que fortalezcan su relación?, ¿por qué dejarnos dominar por el miedo que nos paraliza?, ¿cómo orientarla para que enfrente, resuelva y supere esta situación con éxito?
Rompiendo el silencio
Le expliqué que es fundamental hablar sin herir, y acabar con el mito de “Que solo el hombre sabe y yo no, y si quiero experimentar algo nuevo, divertido o audaz, soy una mujerzuela que seguro ya lo habré hecho con otros”, que de ser así tampoco tendría nada de censurable “La práctica hace al maestro”, ya lo dijo sabiamente William Shakespeare.
Le sugerí como primer y esencial paso, que trabaje mentalmente en abandonar sus miedos porque si sigue así no será feliz jamás, ni en esta ni en ninguna relación que tenga: “Tú no tienes culpa de nada, él tampoco porque como no tiene ni la más peregrina idea de que te aburres en la cama con él, sigue haciendo lo mismo pensando que es un verdadero león erótico llevándote a un nirvana, lo cual está muy lejos de ser y suceder”.
Paso dos: “Tú tienes tres años de relación con él y se conocen, por lo tanto sabes cómo hablarle, definitivamente ustedes dialogan, entonces tomando en cuenta que “más moscas se atrapan con miel que con vinagre”, no le hables con enfado o lo culpes, entiende NO HAY CULPA solo es una falta de comunicación y en el entendido que eres tú la insatisfecha, pues toma las riendas de tu placer y hazlo valer con inteligencia”.
Paso tres: Despójate del miedo y la preocupación de: “¿qué pensará de mí, se molestará o me dejará si le propongo cambiar de hotel, cambiar de pose sexual o si le digo abiertamente cómo quiero que bese mis pechos o acaricie mi clítoris, entre otros puntos de exquisito placer que tienes/tenemos?”, porque el miedo te paralizará y seguirás cargando ese lastre cuando hay  solución.  Ahora bien, si se enfada, te critica o condena es que, probablemente, siente miedo y puede reaccionar a la defensiva o cabe la posibilidad de no te ame lo suficiente (que queda claro que quien ama no daña, escucha, rectifica y construye con amor su relación de pareja), por lo que sería buen momento de que evalúes si te conviene continuar con él.
Siempre obtendrás respuestas y soluciones si enfrentas la situación con serenidad y con la claridad de quien tiene todo el derecho de gozar de una sexualidad plena, saludable, segura y feliz porque al hablar compartirás con él tus inquietudes y le darás oportunidad de que él también comparta las suyas y juntos las resuelvan, cuyos resultados serán deliciosas sesiones de sexo donde el amor y el gozo estarán asegurados.
Pero, si por respuesta recibes críticas, insultos y cuestionamientos a tu honor y condición de mujer, se revelará ante ti el ¿hombre? con el ya no conviene seguir compartiendo tu amor ni tu intimidad. Finalmente, toda experiencia representa una ganancia, no siempre revelada a corto plazo y ninguna relación amorosa es una pérdida de tiempo, porque si no te dio lo que anhelabas te enseñó lo que necesitabas.



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