jueves, 13 de diciembre de 2018

EL DOCTOR SONRISA



Es médico emergenciólogo, posee una subespecialidad en medicina aeronáutica, día a día desde la Sala de Emergencias del Hospital Nacional Guillermo Almenara Sologuren, enfrenta a la muerte atendiendo entre treinta y cuarenta pacientes con trauma shock grave, muchos reviven en sus manos, otros llegan tarde. Pero, dialogar con Ronnie Arizaca inspira paz y confianza, aunque se lea paradójico, en el entendido que efectúa un trabajo tenso que exige altas dosis de serenidad y control de las emociones. No llega a las cuatro décadas, pero ya ha vivido experiencias que han marcado su vida, como cuando estuvo becado, por su profesión, en la ciudad de Kobe (Japon) y padeció con ellos sus catástrofes sísmicas.
Pero ¿cómo enfrentar y canalizar positivamente tanta tensión?, pues con la magia de la nariz roja. Esta semana en nuestro blog un hombre que recupera la salud del cuerpo por lo más importante, ayuda a sanar sus almas: El Doctor Sonrisa.
De Puno con amor
Nací en Barranco pero por razones de estudio y trabajo de mis padres, que son oriundos de Puno, a los cuatro meses de nacido me llevaron a vivir a esa región y permanecí allí hasta los veinticuatro años, estudié medicina en la Universidad Nacional del Altiplano. Elegí ser médico porque siempre vi en mi mamá a un ser humano que ayudaba sin esperar nada a cambio, y ella nos inculcó su conducta, y en verdad la medicina es eso precisamente, dar sin esperar, sanar, curar sentirse feliz con hacerlo.

Desde niño supe que quería ser médico. Luego de concluir mis estudios y ya como serumista, trabajé dos años en la parte norte de Puno (una zona muy pobre de Perú) y un año más, también, ya como médico habilitado.
Soy papá soltero, vivo con Diego mi hijo de cinco años, él es mi maestro porque con su imaginación alimenta la mía y me regala ideas que me sirven de mucho en mi proceso formativo como clown, él y yo somos muy unidos, jugamos mucho, viajamos mucho juntos. ¿Cómo me defino?, soy introvertido, algo tímido, el clown me ayuda a deshinibirme, mi nombre de payaso es “Tequito” en honor a los Tequis que es un grupo folclórico argentino favorito.

En el Almenara tengo seis años trabajando en Emergencias. Vine a Lima porque mi sueño era hacer una especialidad y mi vocación me llevó a hacerla en medicina de emergencias y desastres. Al emergenciólogo lo forman para saber de todo, vemos todos los casos, es una especialidad que tiene como quince años en Perú, yo la estudié dos años en San Marcos  y también he hecho una pasantía en Kobe, Japón,  merced a una beca otorgada por la Jica, estuve en el hospital de Kobe, justo en el año del tsunami (2011), y pude aprender in situ del manejo de emergencias, afrontar víctimas en masa, fue una experiencia que me marcó mucho, recorrí durante cinco meses todo la zona afectada en mi condición de médico voluntario del Hospital de Desastres de Kobe, ahí aprendía y apoyaba.
Aquí en el Almenara hago solo guardias, pero también tengo una subespecialidad en medicina aeronáutica que analiza y estudia los cambios fisiológicos que experimenta una persona en diferentes altitudes, con base en eso se toman medidas diversas. Es esencial para el tratamiento de traslado de pacientes críticos por vía aérea, por ejemplo cuando urge la necesidad de trasladar un paciente de Huánuco a Lima que tiene una hemorragia intracerebral, debe ser operado, está en coma y debes colocarle diversos aparatos para mantenerlo con vida y no puedes trasladarlo por tierra solo por aire. Entonces se activa la ambulancia aérea donde yo trabajo (la empresa se llama Atsa) y el avión está configurado con una UCI completa, sale la alerta y volamos a cualquier punto del país, estabilizamos al paciente y lo trasladamos en la mejores condiciones para que no sufra más daño del que ya tiene.
Aprovecho estas líneas para expresarles mi cariño a Mireya y Henry miembros del equipo de traslados, Henry me motivó a practicar la Triatlón porque es un gran deportista, y Mireya es una gran amiga con quien trabajamos movilizando pacientes de un lado a otros, ellos son amigos y compañeros de trabajo invaluables

Treinta o cuarenta emergencias por turno
Tengo turnos de guardia de doce horas y en promedio recibimos treinta o cuarenta pacientes críticos por turno, a veces llegan dos o tres a la vez. Es un trabajo fuerte que me enfrenta a la muerte siempre, pero canalizo mi estrés a través de deporte practicando Triatlón que son tres disciplinas: natación, ciclismo y running. Al respecto, el 14 de abril de 2019 en Perú se realizará el Ironman en el cual participaré, me estoy entrenando y a la vez aprendiendo porque nadar te enseña  a ser resiliente, cómo desplazarte por el agua, mejorar tu técnica, por su parte en el ciclismo siempre tienes que agachar la cabeza para mantener la aerodinámica, eso te da la humildad necesaria que hace grande a las personas. Y correr te obliga a trazarte una ruta de inicio y fin. Admito que la Triatlon en mi caso me da mucha felicidad porque sucede, y así lo sostienen varias investigaciones, que el problema con los profesionales es la fatiga y estrés laboral, eso produce que el profesional se deprima y en ese estado no puede ayudar a los demás, lo esencial es estar bien con uno mismo para aportar a los demás.

Arizaca evoca y responde: El momento más difícil de mi quehacer como emergenciólogo es decirle al familiar de algún paciente que hicimos todo lo que pudimos, pero que este falleció, ese momento es muy duro, pero hay que reconocer que la medicina tiene un límite, pero dar ese tipo de noticias es muy difícil.
Empero, los momentos más gratos suceden cuando llega una paciente con paro cardiaco y tú te subes encima de él y le das masaje cardiaco y ves que el monitor que marcaba una línea empieza a hacer ondas, fue un paciente que llegó muerto y lo revivimos, ese es un momento que realmente alegra al máximo.  
Ser clown, mi pasión
Yo conocía algunos clowns porque como estoy en varios hospitales veía que llegaban, pero desde que nació mi hijo Diego, mi vida cambió por completo y en el transcurso del tiempo yo sentía que como papá me faltaba imaginación para seguirle en sus juegos, sentía que me faltaba “algo” para terminar de conectar con mi hijo. Entonces empecé a buscar y vi que todos tenemos muchísima imaginación desde niños y al ir creciendo nos vamos poniendo máscaras y pensando “en el qué dirán”  o sea mejor no digo, no expreso mis emociones, poniéndonos capas. Pero, un día llegué por Facebook a la ONG Payasos de Emergencia, que forman payasos holísticos y que su filosofía es sanarte primero para poder ayudar a los demás, ¡eso conectó conmigo!
Payasos de Emergencia es una organización multidisciplinaria, puedes encontrar ingenieros, comunicadores, médicos, etcétera. Durante mi primera sesión sentía miedo porque hasta ese momento yo conocía solo dos emociones: estar alegre que es mostrar una discreta sonrisa o estar siempre serio. Estaba muy cuadriculado con respecto a lo que se “debe sentir”, pero más allá de las profesiones que ejerzamos, somos seres humanos con defectos y virtudes, con fortalezas y debilidades, con necesidades, así de sencillo.
Como la sociedad te tiene tan presionado y encasillado en roles, pues tú sin pensar, los incluyes en tu vida. Reconozco que en la facultad de medicina nos enseñan a recuperar la parte física, pero nunca nadie nos enseña a recuperar la parte emocional y espiritual de un ser humano. Yo creo que muchas veces tratamos de tapar nuestras debilidades, miedos, errores, y así no podemos avanzar, pues aunque sea difícil hay que hacerlo. A mí me ha costado mucho cambiar, cuando llegué a Payasos de Emergencia, era parametrado, encuadrado, este es “mi cuadrado” y yo no salgo de ahí (risas). 
Pero, entre la parte lúdica, la holística, meditar te descubres, vas explorando tu mundo interno y vas viendo todas tus fallas, tus sufrimientos, vas perdonando, sanando y automáticamente van cambiando y mejorando tu vida, tu forma de pensar y de comunicarte con las personas. Empecé en abril de este año y en abril me gradúo de “doctor payaso” previa presentación de mi tesis. Las clases son tres veces por semana, es muy intenso. Y luego de que me gradúe de clown empezaré a estudiar actuación porque el teatro me fascina y considero que este arte nos hace más humano es una terapia. Asimismo, amo la literatura, especialmente la obra de Julio Cortázar en la que me regocijo siempre.
Actualmente, estoy realizando en mis prácticas “preprofesionales” (risas) en Payasos de Emergencia, ya hemos tenido intervenciones en el Hospital Loayza, Hospital del Niño, Hospital Militar y algunas cárceles. Antes de empezar nos cargamos de energía para entrar en Estado Clown, durante el cual tu esencia lúdica, energía y tu imaginación están en su máxima expresión. Con frecuencia visitamos el Hospital del Niño y lo que me ha marcado es que  pensaba que yo era quien iba a dar ayuda y alegría a los niños, pero mi gran sorpresa es que son ellos quienes en cada visita me llenan de amor y regreso a casa recargado, porque me dan su amor sincero a través de un abrazo.
En las cárceles también hay receptividad, en verdad al vernos con las narices rojas se nos abre todas las puertas. Algo importante: el clown no necesariamente va a hacer reír, por ejemplo en una oportunidad fuimos a un hospital y estuvimos acompañando a una señora a quien le habían dado la noticia de que su hijo había fallecido y permanecimos en silencio abrazándola, conteniéndola, luego ella nos dijo que se había sentido muy reconfortada a pesar del gran dolor que sentía, no cabía hacerla reír, pero el hecho de acompañarla fue bueno para ella. Esa es la función del clown: acompañar, apoyar, nosotros somos muy cuidadosos, somos oportunos, nosotros contactamos a través de la mirada, la comunicación no verbal, el clown se guía de la mirada de la otra persona.
La muerte
Recuerdo que cuando estuve haciendo una pasantía en España durante cuatro meses para hacer una capacitación en trasplantes a cargo de la Organización Nacional de Trasplantes de ese país, y de ahí estuve como médico adjunto en el Hospital Puerta del Mar, conocí a un clown que se llama Biciclown quien ha dado la vuelta al mundo en bicicleta. Tuve la suerte de conocerlo y él decía que todos tenemos una fecha de caducidad y que está dentro de nuestra cabeza, así que hay que vivir el hoy, el pasado hay que entenderlo, perdonarlo y seguir, tampoco ponernos ansiosos por el futuro porque la muerte llegará inexorablemente.

Arizaca es sencillo, amable y rompe con el estereotipo del médico distante del paciente y que usa una terminología que solo él conoce para explicar el diagnóstico. El diálogo continúa ameno, pero las emergencias jamás se detienen y lo requieren sin demora. Pero, antes de concluir, Arizaca enfatiza en que todos podemos lograr lo que nos tracemos como meta, que la vida es un permanente aprendizaje y también un instante que no se repite: Desde que tengo memoria supe que quería ser médico y nunca perdí de vista mi meta, hoy que lo he logrado me siento satisfecho porque puedo ayudar y aportar a la sociedad, pero siempre sembraré nuevas ilusiones, planes y metas que también llenarán mi vida de satisfacciones personales y profesionales.
Sin duda así será, Doctor Sonrisa


3 comentarios:

  1. Hermosa historia, hermoso personaje! he tenido la maravillosa oportunidad de conocer en persona a este hombre hermoso en todo sentido, compartimos caminos en Japón y se que es ese medico que describen en la entrevista es fuera de lo común, es en esencia un Ser Humano Único, a quien en la distancia le envio siempre mi admiración, cariño y respeto junto con muchas bendiciones en su camino de vida. Que Dios te brinde muuuuuchos años de vida mi querido y recordado amigo, para que tu sonrisa y tu atención siga ayudando a sanar corazones y dando esperanza de vida a tus pacientes. Desde El Salvador, mi cariño fraterno para ti!!

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  2. Bien Ronie, un abrazo y nuestros recuerdos.

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  3. Felicitaciones Ronni, pot este bello escenario de tu vida como clown, me.encanto la idea, despues de ver y leerte

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